Ninguno de los pecios que aparecen en las sonografías realizadas durante la campaña geofísica del 2007-08 se corresponde con barcos participantes en la batalla de 1702. Según explicó Javier Luaces, aquellos restos, que tanta atención reclamaron hace tres años, pertenecen a buques más recientes.
Las espectaculares imágenes fueron captadas por un sonar de barrido lateral. Esta es una herramienta, basada en la emisión y recepción de pulsos de sonido, con la que se obtiene información sobre los objetos que pueda haber sobre el sedimento, y que proporciona una cobertura continúa a ambos lados de la trayectoria del barco. Es como tener una fotografía aérea del fondo. Con el software adecuado se puede calcular la orientación de los objetos así como sus dimensiones y lo que sobresalen del fondo.
Durante la campaña geofísica, anterior a la inmersión de los arqueólogos, también se empleó el magnetómetro, instrumento que permite determinar cuando los objetos son de tipo férrico. También se utilizó un sistema sísmico de alta resolución (un perfilador de fondos o penetrador de fangos) que permite analizar la estructura sedimentaria y localizar restos enterrados. Todos estos elementos permitieron definir varios objetivos, que situados por GPS, permitieron a los arqueólogos subacuáticos verificar sus respectivas naturalezas.
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