domingo, 16 de octubre de 2011

El cauce del Lérez suma a la falta de agua una sobrecarga de sedimentos

El río Lérez sufre por partida doble. A la falta de agua en su caudal se suma una sobrecarga de sedimentos en su lecho, que frena el discurrir natural del río y provoca que la profundidad del Lérez se resienta. Este fenómeno queda difuminado en épocas de gran aporte de caudal del río, como los meses de diciembre, enero y febrero, cuando se concentra más del 60 % de la aportación hídrica anual del Lérez. Pero en épocas de sequía como la actual, suma un factor más a la inestabilidad del cauce.

Los incendios del verano del 2006 y las posteriores riadas como consecuencia de la falta de masa vegetal, devorada por el fuego, arrastraron una gran cantidad de maleza y sedimentos hacia los cauces. El Lérez todavía sufre el fenómeno en su curso, especialmente en el tramo que discurre a su paso por Cotobade -zona cero de los incendios de hace cinco año-.

La tala masiva y el traslado de la madera fuera de los montes, con la consiguiente erosión del terreno, está en el origen del problema. De poco sirven advertencias como las de Benedicto Soto, del campus de Ourense de la Universidade de Vigo, y sus alertas acerca de la utilización de maquinaria pesada en condiciones de excesiva humedad, como las que se dan en el monte gallego. Los problemas de prensado del suelo y pérdida de riqueza del ecosistema se han acabado por dar. Y todavía persisten.

El río Lérez no recibirá aporte de agua por precipitaciones al menos hasta mediados de la semana que viene. Desde Augas de Galicia explican a La Voz que la situación aún no es crítica y que se espera compensar con las precipitaciones del otoño.

Pero el problema puede ser entonces inverso. Las series históricas revelan que en noviembre las aportaciones de caudal se duplican con respecto a las de octubre. Pero si estas son inexistentes la morfología del río puede no estar preparada. Francisco Menéndez, presidente de Augas de Galicia, no considera que la proliferación de vegetación en los cauces sea aún un problema, dada la sequía actual. Los planes de limpieza aún no han sido adjudicados. Según confirma Menéndez, lo serán próximamente.

Pero, ¿qué sucedería en caso de un otoño con lluvias torrenciales repentinas? Noviembre debería aportar al cauce unos sesenta hectómetros cúbicos de agua. En diciembre, la cantidad será el doble y en enero, el triple.

El río Lérez está además afectado por la oscilación de las mareas en su parte baja y por hasta cuatro aprovechamientos hidroeléctricos en su cauce antes de llegar a Pontevedra, donde se levantan los saltos de agua que facilitan las captaciones para Ence y el abastecimiento urbano. En estas condiciones, las grandes avenidas, que los ingenieros calculan cada cincuenta años, pueden resultar devastadoras.

El historiador Xosé Fortes Bouzán recuerda en su libro Pontevedra en el espejo del tiempo una de ellas. «El 26 de noviembre de 1646 -escribe Fortes- una enorme crecida del Lérez estuvo a punto de derribar el puente. Los numerosos árboles arrastrados por la corriente taponaron casi por completo sus ojos convirtiéndolos en una presa incapaz de contener el empuje de las aguas». El puente se hubiese caído de no ser por la intervención de un héroe local, el cantero Juan Bouzán. «Y un modesto y desconocido obrero -narra Fortes-, Juan Docampo». Ambos casi cubiertos por las aguas lograron cruzar el puente y derribar el pretil. Las aguas arrastraron la maleza y el puente se salvó.

Desde entonces, el Lérez ha sufrido grandes cambios, entre ellos, rellenos en sus orillas que han reducido su anchura en el tramo urbano a la mitad. Y ello solo en los últimos treinta años.

Los planes de limpieza de cauces de este otoño aún no han sido adjudicados

El río está afectado por la oscilación de mareas y hasta cinco minicentrales.


No hay comentarios:

Publicar un comentario