domingo, 4 de diciembre de 2011

El centollo maridó con Kim Basinger


Participando en la cata a ciegas

Nada como probar para hacerse una idea certera de las cosas. Mónica Novas lleva ya algunos meses introduciéndonos en esto de la gastrosexología. La primera vez que oímos hablar del término por estos lares fue en agosto, en el pazo Quinteiro da Cruz, y entonces nos explicó que se trata de una disciplina en la que comulgan sexo y gastronomía con el principal objetivo de aprender a darnos placer. Cada cual sabrá si en la sesión gastrosexológica celebrada el viernes por la noche en O Grove logró este propósito pero, cuando menos, damos fe de que los asistentes se lo pasaron en grande.


Hubo risas y buen humor entre los invitados

Alas ocho y media de la tarde ya estaban las velas encendidas en el Fly Delfin para zarpar y disfrutar de una cena a bordo muy especial. El alcalde, Miguel Ángel Pérez, estaba en la presentación de libro de Pío Dalonga, de modo que hubo que aguardar una hora antes de sentarse a la mesa. Pero la espera valió la pena, aunque solo fuera por verlo con una servilleta en los ojos, colaborando como el que más con las exigencias gastrosexológicas de la velada. El guión exigía adivinar, usando solo el sentido del gusto, las texturas de una receta que Mónica te servía cuchara en mano. Algunos detectaron la vainilla y la leche condensada, pero el haba tonka que incluía la sofisticada crema se le resistió al personal. Para entonces, los paladares de la noche habían probado ya ostras con falso caviar, guacamole con pata de centollo, pata de centollo rellena con crema de centollo y sopas de centollo con gelatina de albariño. Eso sí. Todo a pequeñas dosis, que dejaron con hambre a más de uno. Pero es que aquello iba de otra cosa. De lo que se trataba era de aprender a maridar la comida con el ambiente y la situación con el fin de alcanzar bienestar y, llegado el caso, desatar pasiones. Para introducirnos en la materia, la conductora de la actividad recurrió al cine y proyectó sugerentes fragmentos de películas como Como agua para chocolate, en el que un plato de codornices en pétalos de rosa provoca un mar de sensaciones entre los comensales, o aquel otro de Nueve semanas y media en el que la sensual boca de Kim Basinger engulle fresas, cerezas y demás viandas que le ofrece un solícito Mickey Rourke.


Mónica pone el mandil a la comensal que demostró tener mejor sentido del gusto

Para entonces, los asistentes ya empezaban a tener claro de qué iba aquello de la sexología y los Rías Baixas habían surtido su efecto. Quedaba por probar un licor de de cabra, un chocolate y un cóctel elaborado con fruta de la pasión y cava de albariño, obra de José Soto. Los demás aderezos llegaron de la mano de Mónica y sus ayudantes Noelia y Rocío que, mandil a la cintura, -la sexóloga ya contó en estas páginas la importancia del delantal en estos lances- se encargaron de servir a las siete mesas dispuestas para la ocasión. En ellas se podían ver caras conocidas de la política y la empresa. Además del alcalde, acudieron los ediles Carlos Otero, Laura Besada y Ayda Filgueira; restauradores como Rafael Mourelos y Moncho del Lavandeiro y mejilloneros como Francisco Padín. Allí estuvo también el presidente de los armadores Manuel Mascato, que para algo cedió su asociación los 20 centollos cocinados para estas jornadas, y, como no, la prensa, que tuvo oportunidad de captar imágenes inéditas..., al menos en público.

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