domingo, 22 de enero de 2012

Segunda timada por los bancos: «Confiaba en la interventora»


Fátima Álvarez es maestra con plaza, pero en paro

El 9999 se va a convertir en el número de la Bestia. Fátima Álvarez Villalaín (45 años) ya lo aborrece más que al diablo, porque hasta ese año no podrá recuperar los 25.000 euros que había invertido en unas participaciones preferentes. Es el segundo caso de este tipo que sale a la luz en Vigo en estos últimos días. «Lo curioso es que me di cuenta de la fecha del vencimiento, pero la propia interventora (metiéndome el bolígrafo en la mano) me dijo que el 9999 era una errata y que salía por defecto del ordenador, por lo que le firmé la orden de suscripción. Pero no era así, porque dentro resultó que ponía a perpetuidad», afirma.

Se trata de las controvertidas participaciones preferentes, que solo tienen salida en el mercado secundario. Son difíciles de vender y, en este momento, originan pérdidas importantes. En su contrato figura como fecha de emisión el 17 de junio del 2009, mientras que la de vencimiento es el 31 de diciembre del ya fatídico 9999. Que en realidad son a perpetuidad. Además, define el perfil del producto de riesgo medio, cuando en realidad es mayor. Realizó una inversión de 25.000 euros.

Fue el mismo modo de operar del caso anterior con María Belén Boo, como adelantó La Voz. «Me llamaron a casa durante un mes para ofrecerme que tenían un producto nuevo, que era muy rentable y con el capital garantizado, como había operado toda la vida, porque jamás he corrido riesgos con mi dinero», explica.

El interés era un tentador 7,5%, aunque de entrada le dijeron que le darían un 3%, pero en el contrato le pone un 7,4%. Sin embargo, lo que más la animó a suscribir esta orden de valores fue «el trato habitual que tuve durante quince años con la interventora de la sucursal de Caixanova en el número 3 de la calle Gran Vía. Me mató la confianza porque, de lo contrario, no hubiese hecho este tipo de operaciones sin leer la letra pequeña. Soy maestra nacional en paro», argumenta. «Tengo las oposiciones aprobadas, pero sin plaza. Además, en este momento, no doy ni clases particulares, debido a que acabo de salir de una enfermedad», añade.

Dice que hace dos meses, cuando iba a tirar de los ahorros que tenía, descubrió lo que se le venía encima. «A finales del pasado año ya había ido a informarme a la misma oficina, porque tenía cierto presentimiento, como si algo no me cuadrase. Pero otra vez la misma interventora me tranquilizó, hasta que una amiga me dijo lo que sucedía con este producto. Ahora, me proponen que pida un crédito, pero lo que quiero es recuperar mi dinero», concluye.

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