domingo, 11 de marzo de 2012

Dentro de 36 años se agotarán las especies marinas


Un estudio publicado en la prestigiosa revista Science concede un plazo de tan sólo 36 años (hasta 2048) para el agotamiento total de las pesquerías mundiales. Otros estudios van en la misma línea y consideran que el 90% de los grandes peces (atunes y tiburones) han desaparecido en el último siglo y que cada año mueren 300.000 tortugas marinas y 250.000 cetáceos en artes de pesca.

Sea como fuere, resulta evidente que los océanos son la última gran reserva de vida salvaje del planeta, el último hilo del que el ser humano puede tirar para demostrarse a sí mismo que él es una especie racional.

Los datos no dejan dudas al respecto: los océanos sufren una pérdida masiva de biodiversidad a una velocidad muy superior a la que están sufriendo los ecosistemas terrestres. Según WWF "en este proceso de degradación oceánica, la pesca juega un papel decisivo". Además de la pérdida de biodiversidad, los mares se están quedando sin pesca, lo que amenaza gravemente el futuro de la industria pesquera, como muy bien señalaba recientemente -aunque por otros motivos- la asociación de armadores artesanales Asoar-Armega.

Desde distintos ámbitos se promueve -caso también de WWF- la pesca sostenible a través de la gestión pesquera basada en el ecosistema y alcanzar, de este modo, una explotación sostenible de los recursos pesqueros mediante el equilibrio entre las necesidades socioeconómicas de las comunidades pesqueras y la conservación de los océanos. Aquí debiera jugar un papel preponderante la reforma de la Política Pesquera Común (PPC) porque, de inicio, abre puertas a la explotación sostenible de los recursos pesqueros en la UE, cuestión esta que preconizan asimismo distintas organizaciones pesqueras europeas, "las más interesadas en lograr la supervivencia de la pesca". Tal vez la reforma de la política pesquera de 2012 sea la última oportunidad de superar el reto de salvar las pesquerías de la Unión Europea. Esta nueva reforma crea esperanzas y, a la vez, desilusiones. El proceso de estudio y decisión sobre la misma finalizará con el año en curso y parece evidente que no se puede desaprovechar esta ocasión.

Los objetivos, desde el planteamiento conservacionista, van desde el establecimiento de planes de gestión a largo plazo, a la participación directa de los sectores implicados en la gestión pesquera y la toma de decisiones, pasando por la coherencia entre las políticas de pesca en aguas europeas y las no comunitarias.

Pescar sí, pero hacerlo con la seguridad que da el saber que queda pesca para muchos mañanas todavía por llegar.

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