viernes, 4 de enero de 2013

El hombre convierte el litoral en un gran estercolero




El fondo marino está plagado de escombros, aunque no se vean. Lo que sucede es que cuando se registran temporales, como los vividos en las últimas semanas, las corrientes se encargan de devolver a tierra firme una parte de la basura que el hombre le ha entregado primero.

Como si de un mensaje se tratara, el mar enseña todas las vergüenzas que esconde a causa de la acción humana, dejando claro que la contaminación marina va en aumento y que podría evitarse, o al menos minimizarse, con un poco de concienciación social.

Que aparezcan en la arena de una playa tubos fluorescentes, latas de aceite de coche o botellas de vino y todo tipo de licores es, sencillamente, la prueba palpable de que la sociedad no acaba de implicarse en la preservación del ecosistema.

La situación resulta extremadamente preocupante, y cuando las corrientes son intensas es fácil encontrar todo tipo de porquería acumulada en las playas del litoral gallego, y en las arousanas en particular.

Pero este problema resulta especialmente llamativo en un arenal tan emblemático como A Lanzada, situado a caballo entre los Concellos de O Grove y Sanxenxo. Por su situación y oritentación geográfica, bañada por el Atlántico y en una zona de considerables corrientes, esta playa recibe cientos de toneladas de basura cuando los temporales son particularmente intensos.






Hace unos días, con solo pasear entre el aparcamiento central del istmo y las inmediaciones del centro vacacional de A Lanzada, podían encontrarse en la orilla decenas de botellas y botes de metal, además de botellas y cajas de plástico, trozos de poliester, bolsas y bombillas.

A esto se suma una gran cantidad de aparejos pesqueros de todo tipo, al igual que sacos y cuerdas, entre otros elementos que resultan mucho menos contaminantes, como troncos, algas y similares.

Lógicamente, en esta época del año playas como A Lanzada no se limpian como en verano, ya que supondría perder tiempo y dinero, pues los temporales son constantes y la porquería no deja de llegar a la orilla. Pero también es cierto que recoger al menos una parte de esos escombros cuando el mar los muestra y hay oportunidad de hacerlo evitaría que la subida de la marea volviera a tragárselos.





Muchos creen que las Administraciones públicas, como también entidades formadas por ecologistas y otros muchos colectivos deberían implicarse para reducir la contaminación marina, y eso pasa por aprovechar para limpiar playas como A Lanzada cuando el mar escupe la basura.




Al recorrer el litoral, sobre todo si está bañado por el Atlántico -ya que las corrientes son más intensas-, es fácil encontrar todo tipo de restos que son depositados por las corrientes sobre la arena e incluso están provistos de marisco. Es sencillo localizar antiguas boyas o banderines de los empleados en las regatas de traineras que están cubiertos de una gruesa capa de percebes. Como en ocasiones llegan a tierra firme nasas con nécoras en el interior o aparejos de pesca plagados de centolla, como ya ha ocurrido en varias ocasiones en A Lanzada. Entre los múltiples desperdicios que pueden encontrarse también se localizan los llamados "cacharros", usados para la pesca del pulpo, y otros útiles pesqueros, tanto en buen estado como completamente deteriorados.




El cordón dunar de la playa y el istmo de A Lanzada también se ve afectado por la proliferación de residuos en el medio marino. Cuando las corrientes son intensas arrastran gran cantidad de desperdicios a la orilla y el viento se encarga de empujarlos hacia el interior de las dunas, donde crece la vegetación. Esta circunstancia, lógicamente, provoca un importante impacto visual y constituye un enorme trastorno ecológico. A pesar de la buena situación que parece atravesar el proceso de regeneración natural de las dunas, que comenzaba después de que en 1995 se eliminara la vieja carretera que pasaba casi pegada a la orilla del arenal, la existencia de estos residuos es, en cierto modo, un obstáculo en el proceso regenerativo de este importante espacio.




La playa de A Lanzada, a caballo entre Sanxenxo y O Grove, ofrece más de dos kilómetros de fina arena y contacto directo con la naturaleza. Es una especie de paraíso del que se puede disfrutar no solo en verano, sino también en invierno. Son muchos los que se deciden a pasear o correr por este emblemático arenal, aunque disfrutar de él no siempre resulta sencillo. A veces la gran cantidad de porquería que se acumula en la arena afea de manera notable este entorno natural privilegiado, e incluso puede ser peligroso, sobre todo si los residuos son cristales.




 

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