miércoles, 17 de julio de 2013

Salen a pescar congrios y vuelven con un torpedo


Hay días en los que uno sale a pescar y no sabe con qué va a regresar. Eso es lo que venían pensando Rubén y Luis Berrazueta cuando a última hora de la mañana de ayer entraban en el puerto de San Vicente de la Barquera con un torpedo amarrado a la banda de babor de su barco. Y no un torpedo cualquiera. Uno de la Armada de Estados Unidos. «Estaba flotando. Pensábamos que era una baliza o algo similar...», narra aún sorprendido Rubén al hablar sobre el hallazgo.

Rubén y Luis, tío y sobrino, habían zarpado de madrugada. Iban a bordo del ‘Ania Tres’, un pesquero de casi nueve metros de eslora dedicado al palangre de fondo. Salieron a faenar congrio y cuando navegaban a dos millas al norte de San Vicente avistaron «algo raro» que flotaba. «Creímos que podía ser una boya oceanográfica o algún sónar que lanzan al agua para medir algo», explicaba el patrón, antes de que el ‘Ania Tres’ se acercara al punto donde se hallaba el objeto.

Imaginaron que se trataba de alguna pieza que podía reportarles cierto beneficio pues, además de retirar del agua algo que flota a la deriva y supone un peligro para la navegación, las leyes de la mar dictan que corresponde una indemnización a quien encuentra algo de valor en el agua.

Su sorpresa fue mayúscula al comprobar que la boya no era tal, sino que tenía forma de proyectil, y que en el casco figuraban en grande «unas letras» –‘positive buoyant section’– y, en otra zona, una especie de chapa que indica que es propiedad de la US Navy. Más tarde sabrían que se trataba del torpedo MK 46, modelo 2, un ‘pepino’ antisubmarinos de unos doscientos kilos de peso y 2,80 metros de longitud. Y capacitado para portar una carga explosiva de unos 50 kilos. Que aún lo lleve encima o no tendrán que confirmarlo los artificieros de la Armada española. Esos expertos en explosivos se desplazan desde Ferrol hasta San Vicente para hacerse cargo de la pieza y en su caso, desactivarla.

«Lo raro es que el torpedo estuviera a flote», reconoce Rubén, con lo que imagina que el proyectil se encuentre vacío o que, quizá, se haya utilizado para realizar maniobras. No dejaron de «dar vueltas con cuidado» a su alrededor. Al final optaron por capturar el torpedo y, con las mismas, lo sujetaron a un costado del barco y lo llevaron a puerto.

Tras dar cuenta de su pesca a las autoridades amarraron el torpedo en la punta del muelle, que quedó bajo la custodia de agentes de la Guardia Civil. Ello que no impidió que el artefacto se convirtiera ayer por la tarde en una atracción más de las fiestas del Barrio Pesquero barquereño.

El capitán marítimo de San Vicente, Alberto Meaza, explicó que tras tener noticias por parte de Rubén de la captura del torpedo dio cuenta a la Comandancia de Santander. «Ahora estamos esperando a que vengan de Ferrol a buscarlo», dice. «El misil parece nuevo, porque está muy limpio», explica; «al principio, por el color naranja, pensaron que era una boya». Otras fuentes apuntan que precisamente el color naranja indica que se trata de una pieza de instrucción.

El torpedo, lógicamente, se ha convertido en la comidilla de tertulias y conversaciones en San Vicente. «Va a ser una atracción más» decía Ángel, dueño del Costa-Mar. Sin embargo, no simpatizaba con el protocolo realizado. «Tenían que haber tomado medidas y haberlo fondeado, como si fuese una baliza», explicaba, «porque al mismo barco que lo trajo hasta el puerto lo pudo mandar al carajo, y ahora van y lo dejan ahí», criticaba. A su lado, los vecinos hacían conjeturas sobre la procedencia del misil. «Se suelen usar haciendo maniobras», comentaban.



















  

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