domingo, 22 de diciembre de 2013

El sector bateeiro de las rías Bajas, en crisis





No resulta exagerado decir que el 2013 es un annus horribilis para el sector bateeiro de la ría de Pontevedra, que incluye tres polígonos mejilloneros en Poio, otros tres en Bueu y dos en Aldán. Es la única de las Rías Baixas totalmente cerrada por la toxina, una situación que se prolonga desde principios de octubre. El problema es que quizás en 2014 haya que buscar otra expresión aún más dura para sintetizar el panorama al que se enfrentan los bateeiros de esta ría. "Como el próximo año sea igual que este la cosa va a ser dramática, mucha gente va a tener que dejarlo", augura Martín de la Torre, un veterano mejillonero de Bueu con más de 30 años de experiencia.

¿Y cómo ha sido 2013? Se resume fácilmente: desde marzo hasta septiembre todas las bateas cerradas por culpa de la toxina, apenas un mes de tregua entre septiembre y octubre y desde entonces cerrados hasta ahora. A estas alturas ya se han superado ampliamente los 250 días cerrados a lo largo de 2013 y la campaña navideña ya es mucho más que una quimera. "Hasta enero no abriremos", asume buena parte del sector, que se enfrenta a pérdidas que pueden significar cerca del 50% de su facturación anual.

"Es la crónica de una muerte anunciada", resume De la Torre. Hay un dato objetivo que ilustra perfectamente ese panorama y viene a revelar que el sector mejillonero también está sufriendo el pinchazo de su particular burbuja. Hace algo más de una década era casi impensable que alguien pudiese optar a comprar una batea de mejillón. "A no ser que estuviese dispuesto a pagar un precio prohibitivo". Hoy, sin embargo, sobra quien quiera vender su vivero o alquilarlo. Y si en 2014 la toxina no da tregua habrá más bateas en venta, una situación que no es exclusiva de la ría de Pontevedra.

¿Qué es lo que ha pasado durante estos años para que se operase este cambio tan brutal? "Muy sencillo: el precio del mejillón ha bajado entre un 25 y un 30%, mientras que los gastos a los que tenemos que hacer frente subieron entre un 20 y un 25%", ejemplifican bateeiros de Bueu y Poio.

A ello se une la incidencia de la toxina, que en años malos como el actual deja unos periodos de venta exiguos y con escaso margen. A los bateeiros no les queda más remedio que subsistir echando mano de su patrimonio personal y a costa de descapitalizar las empresas, que en su gran mayoría son sociedades familiares. "Hay hijos trabajando contigo o personas que llevan muchos años y no es fácil mandar a nadie al paro. Todo eso en lo que redunda es en una constante descapitalización de nuestras empresas", reconocen Martín de la Torre y otros profesionales del sector en toda la ría pontevedresa.

La alternativa de enviar a la tripulación al paro también tiene otro tipo de complicaciones legales. "Imagínate que decides aplicar un Expediente de Regulación de Empleo (ERE). Eso significa que tienes que entregar en Capitanía Marítima el rol del barco, con lo que tampoco puedes ir tú a la batea a afrontar los trabajos de mantenimiento", explican.

El aumento en los gastos y los muchos meses que los bateeiros de la ría deben estar cerrados por culpa de la toxina también les sitúan ante otro escenario. Las treguas que ofrece la marea roja a veces son tan breves que el sector debe colocar cuanto antes toda su producción. "Eso a veces te obliga a vender a compradores a los que en otras circunstancias no lo harías porque sabes que te van a pagar con mucho retraso, con plazos de seis, nueve o doce meses. Y eso cuando no hay impagos", explican desde Bueu. Los mejilloneros reconocen muchas veces la culpa no es de los compradores. "Si a las depuradoras y cocederos no les pagan, ellos tampoco nos pueden pagar a nosotros y parece que en Italia hubo bastante pelotazo", admiten con resignación.

Cada una de las más de 3.000 bateas que hay en las rías gallegas está sujeta a una concesión de la Xunta de Galicia, una especie de autorización por la que los bateeiros pagan 3.000 euros cada diez años. "Las concesiones son de la Xunta, pero la innovación y toda la mejora del sistema de producción del que tanto presume la administración salió de nuestro esfuerzo y de nuestro bolsillo", sostienen mejilloneros como Martín de la Torre.

El panorama que se vislumbra para el sector de la ría de Pontevedra parece bastante negro, pero al mismo tiempo hay motivos para defender que esta actividad tiene futuro. "Hay una máxima muy sencilla: todo aquello que se vende para comer, que tiene aceptación y que además es barato tiene futuro. Y el mejillón tiene todas esas características", defienden bateeiros de Bueu.

Desde el puerto buenense piden a la Xunta que apueste por potenciar este sector, que a pesar de todos los problemas sigue siendo "una de las actividades con más futuro y que a pesar de la situación actual estamos intentando mantener el empleo". Una de las quejas más repetidas es la sensación de "indefensión, de que somos culpables hasta que se demuestre lo contrario" ante las inspecciones del servicio de Gardacostas o cuando aparece un caso de mejillón con toxina en una fábrica.

"En lugar de ser inocentes hasta que se demuestre lo contrario se da la vuelta a la situación y somos culpables hasta que podamos demostrar lo contrario. Da igual que un lote de mejillón que da positivo por toxina en una fábrica proceda de una batea abierta por el Intecmar, el único responsable es el productor", lamentan.

  

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