De momento, el presidente del gobierno lleva cierta ventaja puesto que fue galardonado en su momento con el premio "Pescador del Año 2002" que entregó la editorial América Ibérica, y que en su nombre recogió Jesús Caldera, por aquél entonces, portavoz del Grupo Socialista en el Congreso.
Pero creo que ha perdido facultades con el paso de los años. En León pasó varios días durante el verano de 2010 y allí quiso disfrutar de su principal afición: la pesca. Desde niño iba con su padre y su hermano a por truchas. Sin embargo, está claro que Zapatero no pasaba por su mejor momento, no sólo en lo político, ya que ese verano ni con el cebo de la mosca ahogada tuvo suerte con la pesca. Volvió a Madrid sin pescar ni una sóla trucha.
De hecho, es tal su afición que solicitó coto del 1 al 5 de agosto de ese año, en el río Porma. Y además utilizó la típica técnica leonesa de la mosca ahogada. Por ello, al no poder conseguir hacer una barbacoa de truchas, Zapatero tuvo que conformarse con ir al cine con su esposa Sonsoles. Allí vieron una película que no ha tenido muy buena crítica, Mi Segunda vez de Catherine Zeta Jones. Pero el jefe del Ejecutivo no compartía esta opinión al salir de la sala: "Los americanos hacen bien este tipo de comedias".
Este año, el destino elegido fue Doñana, por lo que tuvo que resignarse a otro tipo de pesca, porque de truchas no andan muy sobrados por aquellos lares.
Corría el año 1.982 cuando P Vizcay tuvo la oportunidad de compartir una jornada de pesca, caña y «bocata» con Z.P.; «Papes» le apodaban por aquel entonces. Fue en las aguas del Burbia, por encima de Villafranca del Bierzo. El programa estaba bien definido, pescar hasta las seis de la tarde para, posteriormente, desplazarse al corazón de La Cabrera Baja para asistir a la constiución de la Agrupación Socialista de Benuza. Eran tiempos de sacrificada militancia, bocadillo y alpargata, fondo común y escote pericote. Ni coche oficial, ni dieta, ni kilometraje. Zapatero no era un gran pescador. Vizcay le recuerda tropezando en los cascajares, algo torpe y desgarbado. Practicaba el lance a mosca ahogada, a la leonesa, con una cierta habilidad de la que no era ajeno su mejor maestro, que no sólo en la pesca, Jaime González. No se conseguió hacer el cupo, pero sí pescar unas bonitas truchas que, al día siguiente, se habían espinado.
Eran buenos tiempos para los ríos de León, cuidados y vigilados, tanto por la Guardería del I.C.O.N.A. como por la Benemérita, que por cierto nos visitó aquel día. Nunca se podían imaginar -ahora todos lo imaginaban- que aquel muchacho, de convicciones profundas y mirada inquisidora, cautivador en el trato y de moral inquebrantable, podía optar a la presidencia del Gobierno.
De entre los lugares favoritos de Zapatero se encuentran los cotos de El Condado y el de Santa Marina, ambos en León.
Por cierto, es un hobby que comparte con otros gobernantes de España aunque lejanos como Francisco Franco, del que ya hemos hablado aquí en un artículo sobre el salmón.
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