Los pescadores lusos han declarado capturas históricas en la peor campaña de lamprea del lustro. La paradoja tiene miga.
La temporada en el Miño terminó en abril. En esas fechas la Capitanía Marítima de Caminha no se atrevía a cuantificar la caída pero, el bajo caudal del río, (obviamente idéntico en las dos orillas), evidenciaba la tendencia a la baja en las capturas.
Sorprendentes los resultados. Tal como aconsejaba entonces el capitán Mamede Alves, había que esperar a cerrar estadísticas para dar datos concretos. Ahora que ya hay números, hay que relativizar lo que en abril se consideraba evidente.
Los pescadores portugueses declararon durante esta temporada cerca de 20.000 capturas. Según la Capitanía de Caminha, las 170 embarcaciones de su competencia declararon 19.846 lampreas entre el 1 de enero y el 21 de abril. Durante el mismo período del ejercicio anterior, habían declarado 18.173 ejemplares.
El desfase no tiene nada que ver con la realidad sino con el hecho mismo de declarar. Realmente nadie puede cuantificar lo que se captura en las aguas internacionales del Miño pero desde hace dos años, los portugueses tienen que declarar la presunta cantidad de sus capturas. Ahí está la clave, aunque la misma arroja otro vacío no menos arriesgado ya que lo que exige Portugal a sus pescadores es un mínimo de capturas para poder renovar las licencias de pesca. Son, pues, declaraciones de mínimos por lo que su validez es aún más cuestionable.
Las organizaciones de pescadores del norte luso aplauden estas iniciativas de la administración, pero su aportación echa, sin pretenderlo, más leña al fuego. Antonio Felgueiras, presidente da la asociación de pescadores para la preservación del río, ratifica que «fue el peor año». Al mismo tiempo, indica que la media de capturas de las embarcaciones lusas es de 300.000 al año. No hay que hacer demasiadas cuentas. La caída de capturas se calculó en hasta un 50% pero la mitad de 300.000 no son 20.000.
Las posibilidades son infinitas pero se sume, reste o multiplique lo que en principio parecía un dislate solo es la punta del iceberg.
El tramo internacional del Miño sigue siendo de todos pero nadie sabe de él.
Portugal solo renueva la licencia anual al pescador que declare cada octubre unos ingresos mínimos de 2.500 euros en cualquier arte y otros 1.500 en el de la angula.
Capítulo aparte para esta última, porque el único espacio de agua dulce en el que Portugal permite capturar cría de anguila es precisamente en este reducto del Miño. Porque los españoles también lo hacen.
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