Raúl Remova (dcha.) fue presentado por el miembro de Greenpeace Sebastián Losada |
"O cambiamos el paradigma, el modo de extracción pesquera o el desastre actual que ya vivimos será una catástrofe. Si seguimos pescando como ahora en 2048 el 80 por ciento de las especies de interés pesquero estarán en fase de colapso y estaremos ya en una etapa de no retorno". No se anduvo con medias tintas ayer en el Club FARO el econonomista y parlamentario europeo Raúl Romeva en su charla sobre "Pesca y derechos, quién gestiona los recursos en el mar".
Presentado por Sebastián Losada (asesor para temas marinos de Greenpeace Internacional), el parlamentario, especializado en asuntos marinos, derechos, libertades e inmigración, dijo que no exageraba en sus palabras, que no eran metáforas de nada. "Aún no somos conscientes de la dimensión del problema -afirmó- pero hablamos de unos mares que nos plantean un escenario dramático. Hasta ahora hubo la percepción equivocada de que la política de pesca debía negociarse con el sector extractivo, como si hubiera un solo sector implicado y como si los recursos pesqueros les pertenecieran, cuando son un bien común".
Romeva, autor de "Sayonara Sushi" en Plaza y Janés, una novela sobre el expolio de la mar y la inmigración clandestina, se hizo una pregunta para comenzar su charla, tras referirse a quienes intentaban llegar a Europa pasando ilegalmente las fronteras. "¿Dónde está la coherencia de los países europeos cuando, por un lado, ponen todos los muros para impedir la entrada de inmigrantes que quieren trabajar aquí y, por otro, ponen todos los medios para ir a las aguas de esos países para esquilmar los recursos pesqueros que ellos aún tienen, una vez agotados los nuestros?". Y añadió una frase sentenciosa: "Si seguimos haciendo las cosas como hasta ahora no hay futuro ni para los recursos marinos ni para la gente que vive de ellos".
Una idea básica de Romeva es que tenemos mucho barco para poco pez, una situación de clara sobrecapacidad producida tras invertir grandes sumas para crear una potencia pesquera inequívocamente muy superior a los recursos que hay en el mar. "No hay pesca para todo el mundo, es un modelo insostenible el que tenemos, que evoca el de la burbuja inmobiliaria", afirma. Una segunda cuestión a la que se refirió la formuló con una doble pregunta: ¿quién hace las reglas? ¿puede cambiarse la situación?. "En la actualidad -dijo- estamos en el Parlamento Europeo discutiendo esta cuestión. No va a ser fácil porque los interlocutores no partimos de la misma fotografía, del mismo paradigma. Hay quienes pensamos que se precisa un cambio radical en la normativa ya y quienes templan gaitas pensando que se pueden hacer retoques para poder seguir pescando. Y el problema es que hasta ahora se tomaban decisiones en Europa en función de las demandas o planteamientos de un solo sector, el más poderoso de la pesca, que se basaban en intereses socioeconómicos; hay que cambiar ese esquema para basar las negociaciones en la situación de los recursos marinos".
Dice Romeva, que fue antes profesor de Relaciones Internacionales y asesor en temas de cultura y paz de la UNESCO en Bornia-Herzegovina, que el último ejemplo del desastre a que lleva este modelo de negociación lo vimos con el atún rojo. "Los científicos pusieron a los políticos un tope de pesca de 15.000 toneladas para evitar su agotamiento; los políticos permitieron por las presiones hasta 30.000; y luego pudimos comprobar que se habían pescado hasta 60.000 subrepticiamente. Es una prueba de que, si no hacemos las cosas ahora, las tendremos que hacer cuando ya no haya vuelta atrás, cuando no tengamos opción de enmienda".
Afirma Romeva que una de las preguntas que debe hacerse el Parlamento Europeo es cuál es el tipo de sector pesquero que deberíamos tener en veinte años para revertir el problema. "Hay que decidir a quien se le mete el cuchillo, cuánto y cómo pero meter el cuchillo es necesario. En los objetivos indiscutibles de reducción del sector hay que buscar por dónde se corta entendiendo los recursos como un bien común y no propios de un solo sector, y la toma de decisiones como una responsabilidad universal de futuro".
"Hay una tendencia -dice Romeva- a enfrentar a las ONG con "el sector" pero es un engaño o autoengaño porque no existe un solo sector sino varios, como el de altura y el de bajura, con intereses a veces opuestos. Lo que ocurre es que hay lobbies que se mueven en Bruselas para asesorar y presionar, y no todos tienen capacidad para hacer un lobby. No la tienen, por ejemplo, los de bajura, y eso se traduce en las leyes del Parlamento Europeo, menos sensibles a sus intereses".
En las palabras de Romeva iba implícita la idea de que nadie quería ponerle el cascabel al gato, y menos los políticos locales, sometidos a la presión de sus clientelas políticas inmediatas. ¿Y cómo afrontar el debate necesario? "Tenemos en Europa -dijo- un déficit de producción propia. Consumimos mucho y para eso necesitamos extraer, y no lo hacemos siempre en condiciones justas para aquellos que viven en las zonas a las que enviamos nuestros barcos. El acuerdo con Marruecos, por ejemplo. Lo hemos bloqueado en el Parlamento y seguro que con eso nos hemos ganado la inquina de la flota andaluza pero hay allí una sobreexplotación inaceptable cuya continuidad no se justifica con la supervivencia de esta flota".
¿Y dónde ponemos el dinero público, los fondos europeos para estas materias? Según Romeva aquí también hay que cambiar de modelo. "Yo creo que para parar este desastre y no llegar a la catástrofe necesitamos, en vez de incentivar la pesca, invertir en control efectivo de la misma y en investigación para estimar con mucha fiabilidad la situación de los recursos".
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