Dos camareros de Casa Román muestran un crustáceo normal y, a la derecha, el ´gigante´ |
El peso mínimo que debe tener un bogavante para ser comercializado es de medio kilo. El que guarda en sus peceras el restaurante Casa Román en Pontevedra, a la espera de un buen número de comensales que demanden su preparación, multiplica casi por veinte ese tamaño mínimo. El ejemplar adquirido en la lonja de Vigo se aproxima a los 10 kilos de peso.
El precio del ejemplar en el plato –o en los platos–, tendrán que descubrirlo los comensales. El propietario del establecimiento, Román Vidal, desvela únicamente cuánto le ha costado a él en lonja: unos 22 euros por kilo, es decir sobre 220.
En caso de que el excepcional bogavante no tenga quien lo coma, seguirá en el restaurante como atractivo reclamo y entretenimiento de los clientes. Eso sí, tendrá que llevar una vida de tenazas atadas, porque el animalito puede amputar cualquier miembro de todo crustáceo, pez o persona que se le acerque.
Al parecer este tipo de crustáceo puede alcanzar los 15 kilos de peso y un metro de longitud, pero a las cazuelas de Casa Román, con más treinta años de experiencia preparando mariscos y pescados de gran calidad, nunca se había asomado un ejemplar así. Algún grupo numeroso de comensales podrá ser pionero en degustar el colosal bogavante.
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