Unos vecinos muestran dos de los ejemplares que flotan en el Pas |
En el río Pas, en el privilegiado coto de Puente Viesgo, aparecieron este domingo muertos 35 salmones –muchos de ellos preparados para desovar–, cuarenta truchas y un número indeterminado de alevines y piscardos. Todo apunta a que se trata de un envenenamiento, de un delito medioambiental, y así lo está investigando el Seprona (Servicio de Protección de la Naturaleza). La voz de alarma sobre lo sucedido la dio un particular que avisó al alcalde de esta localidad, Rafael Lombilla.
Para calibrar el alcance de la matanza de esta protegida y cuidada especie piscícola, se puede aportar el dato de que en ese río, en toda la temporada, la cuota de captura ha sido de 50 ejemplares, por lo que ha desaparecido prácticamente la cuota del año. Es más. Al ser la mayoría hembras reproductoras y alevines, se puede asegurar que el desove de este año en el Pas ha sufrido un duro golpe.
Algunos de los salmones muertos alcanzaban un metro de longitud y nueve kilos de peso. «La camada que se ha perdido se sitúa en unos 800 huevos por kilo de salmón por lo que ha desaparecido un desove importante para el futuro, cuantificable en tres o cuatro años», explica Ángel Toribio, guarda del río Pas, para quien «el envenenamiento es la única causa posible».
La pregunta que ahora se plantea es quien, o quiénes, están detrás de lo ocurrido. La Guardia Civil está investigando. El desastre medioambiental se ha producido en la parte baja de la presa del río Pas, muy cerca de otra zona de baño situada en la parte alta.
La vigilancia de éste y otros cotos es alta pero los horarios de guardia se realizan entre las ocho de la mañana y las diez de la noche. El resto del tiempo los ríos permanecen sin control. Los guardas, no obstante, denuncian que, eventualmente, «desaparecen salmones, en verano. Nos los roban».
Según las explicaciones de los expertos, una vez que llegaran las lluvias, y creciera el torrente del río, su ciclo vital les hubiera empujado a subir río arriba, con el fin de desovar, en primavera, en la cabecera del río, ya en Vega de Pas. Los salmones muertos «estaban destinados a ser la herencia salmonera de los próximos años», sentenció el guarda de la zona. Todos evalúan lo sucedido como «una desgracia», pero especialmente los propios guardas que son quienes velan por el mantenimiento y control de esta especie. Ángel Toribio denuncia que «existe furtivismo» y añade que «no hay un plan para controlarlo ni un protoloco de actuación que, sin embargo, sí hay para el control de los incendios forestales».
El subdirector general de Montes, Antonio Javier Lucio, que estuvo ayer a pie de río con los guardas y el Seprona, ahondó en «la desgracia que supone este hecho. Podemos dar por perdidos todos los ejemplares reproductores de la zona. Hay que tomar conciencia de las consecuencias que tienen estos actos».
Lo que es evidente es que las medidas adoptadas por el Gobierno para proteger la especie y recuperar la población en los ríos, estableciendo cupos, no darán este año el fruto esperado.
Uno de los salmones muertos |
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