jueves, 23 de agosto de 2012

Caparazones de langostino ayudan a extraer uranio



Los caparazones de langostino que se descartan podrían ser útiles para ayudar a extraer uranio


Los caparazones de langostino que descarta la industria pesquera podrían servir para extraer uranio del agua marina de una manera viable desde el punto de vista económico, según un informe presentado en la 244a reunión de la Sociedad Americana de Química.

El uranio es un recurso limitado para las plantas de energía nuclear, que en la actualidad se extrae de los depósitos minerales de todo el mundo. La extracción del agua marina es cinco veces más cara que la de la minería terrestre.

Varios nuevos enfoques, fundamentales para el desarrollo de la industria de energía nuclear en el futuro, fueron delineados en un simposio realizado en el marco del encuentro mencionado.

El objetivo de los científicos no es hacer que el proceso de extracción del uranio del agua marina sea tan económico como el de la minería terrestre, sino establecer al uranio del océano como una suerte de “protección económica” que asegurará que habrá suficiente uranio para mantener la energía nuclear en este siglo y los siguientes.

“Esta incertidumbre de no saber si hay uranio suficiente afecta la toma de decisiones de la industria, porque es difícil tomar decisiones sobre investigación y desarrollo o su utilización a largo plazo sin certeza sobre este recurso”, dijo Erich Schneider, uno de los oradores en el simposio. “Por eso, si podemos aprovechar el uranio del agua de mar, podremos despejar esa incertidumbre.”

Con todo, la concentración extremadamente baja de uranio en el agua de mar, de cerca de tres partes por mil millones, hace que su extracción sea inherentemente costosa.

Investigadores de Japón lograron diseñar un tapete de fibras plásticas impregnado con moléculas que cierran las fibras y absorben el uranio. El trabajo generó una prueba de campo en 2003 en la que se obtuvo un kilo de uranio y la investigación desde entonces se enfocó en mejorar las fibras trenzadas del tapete y la “ligadura” que captura el uranio.

Varios grupos presentes en la conferencia dijeron haber explorado variaciones de este tema molecular.
Robin Rogers de la Universidad de Alabama, que organizó el simposio, describió una mejora que desarrolló su propio grupo y que implica el uso de caparazones de crustáceos.

Relató que luego del huracán Katrina y del derrame de petróleo de BP en la región del golfo de México, comenzaron a trabajar con la Cooperativa Agrícola y Pesquera de la Costa del Golfo  y con los langostineros y cangrejeros, y entonces descubrieron que se pagaban cientos de miles de dólares para eliminar los caparazones, que son considerados material de desecho.

“Descubrimos un ‘líquido iónico’ –una sal líquida- que podía extraer un polímero muy importante llamado quitina directamente del caparazón del langostino”, explicó.

La quitina –la principal proteína del caparazón de los crustáceos- es fuerte y se puede “electrohilar” en fibras que pueden utilizarse para fabricar tapetes, lo que es una opción ideal, sustentable y biodegradable, para capturar uranio.

Si bien Rogers y su equipo no llegaron a un punto en que pueden seleccionar una sola tecnología, afirman que lograron duplicar la capacidad que alcanzaron los japoneses.

“Pero el análisis económico que se hizo en la Universidad de Texas nos dijo que todavía no somos lo suficientemente buenos, aun en la economía actual, por eso debemos mejorar”, agregó.

 

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