El jurel, intocable, y la sardina, escurridiza. La flota gallega de cerco se las ve y se las desea estas semanas para sobrevivir. Mientras el Ministerio de Medio Ambiente cruza los datos de los barcos y de las lonjas para comprobar si se ha sobrepasado la cuota de jurel en el Cantábrico noroeste -del resultado dependerá la reapertura o no de la zona VIIIc-, los 160 cerqueros gallegos se agarran a la captura de la sardina casi como única pesquería alternativa. Pero esta escasea, tanto que hay que remontarse diez años atrás para encontrar datos parecidos a los actuales de subastas de sardina en las lonjas gallegas. El portal pescadegalicia.es (de la Consellería do Mar) revela que en lo que va de año se han vendido 5.027 toneladas; durante el mismo período del 2002 fueron 6.618.
En comparación con el año pasado, las subastas han caído un 15%; pero con respecto a las del 2010, el desplome es de un 41%. La consecuencia de esta caída de capturas y ventas es obvia: el precio de la sardina está por las nubes, tanto para los compradores en rula como, claro, para los consumidores de pescado azul.
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