Hiroshima y Nagasaki recordaban hace apenas un mes la tragedia provocada por el lanzamiento de dos mortíferas bombas nucleares hace 67 años. Las partículas radiactivas generadas por ambas armas se desplazaron miles de kilómetros y su rastro todavía está presente hoy en nuestro país, más concretamente en su subsuelo. Un mapa realizado por el Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas (Ciemat) revela que las provincias de Pontevedra y Ourense son dos de las zonas españolas con mayor concentración de cesio-137, aunque sus niveles están muy lejos de suponer riesgo alguno para la población.
El mapa es el primero que se realiza en España y deja constancia de una mayor presencia de partículas radiactivas en el sur de Galicia, Asturias y País Vasco. Los niveles registrados en estas regiones oscilan entre los 3.600 y los 6.000 becquerelios por metro cuadrado, cuando el umbral de contaminación está fijado en los 37.000.
Ángela Caro, autora principal del estudio, confirma que las partículas de cesio-137 proceden en su mayor parte de las dos bombas nucleares explosionadas durante la I Guerra Mundial y los ensayos realizados antes y después por EEUU, la antigua URSS, China y, más recientemente, Corea del Norte. "También dejó rastro el accidente de Chernóbil, aunque muy poco", señala. La facilidad del cesio-137 para desplazarse en el aire miles de kilómetros y su durabilidad, tiene una vida media de 30 años, explican la huella gallega de Nagasaki e Hiroshima. "En su momento la presencia fue mayor, pero los elementos radiactivos se van desintegrando. La lluvia es el elemento que más le afecta al cesio-137 o que se remueva la tierra para cultivar", añade Caro.
El mapa forma parte de un proyecto mayor en el que también se estudió al evolución del estroncio, otro elemento radiactivo, y está financiado por el Consejo de Seguridad Nuclear. Además de recordar al ser humano que todo acto que atenta contra el equilibrio natural tiene sus efectos a largo plazo, supone una valiosa herramienta de cara al futuro: "Hay estudios de este tipo en EEUU y otros países europeos, pero nunca se había hecho en España y nos aporta una referencia por si en el futuro ocurriese un accidente nuclear o un vertido".
Los investigadores extrapolaron muestras obtenidas a metro y veinte de profundidad en 34 puntos del país y utilizaron los datos de precipitación de 778 estaciones meteorológicas, así como de tipos de suelo e información del terreno geográfico y físico.
Solo un 20% de la radiación que recibe una persona procede de fuentes artificiales y, en su mayor parte, hasta un 90%, a través de aplicaciones médicas como la radioterapia o los rayos X.
El 80% restante es provocado por fuentes naturales siendo la más importante el gas radón que emana de forma natural de las rocas de granito tan características del subsuelo gallego y que puede resultar cancerígeno. Según el Laboratorio de Radón de Galicia de la Universidad de Santiago, que lleva varios años realizando mediciones en viviendas, la provincia de Ourense es la que tiene un mayor riesgo seguida de la de Pontevedra.
Los aislamientos actuales impiden que el radón escape de los inmuebles de forma que queda retenido dentro de ellos. Las Normas de Hábitat del bipartito obligaban a las construcciones a tener esto en cuenta, pero el siguiente gobierno anuló esta obligación.
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