martes, 27 de noviembre de 2012

La almeja gallega, en peligro





El mar se vuelve cada vez más ácido. Lo que es ya una evidencia debido a la progresiva absorción por parte del océano del dióxido de carbono liberado a la atmósfera por la emisión de gases de efecto invernadero traerá consigo unas consecuencias impredecibles para los organismos acuáticos, que en algunos casos ya se empiezan a conocer.

Eso es precisamente lo que ocurre con especies comerciales tan importantes para Galicia como la almeja fina y el mejillón, a los que la alteración química del agua afectará de distinta manera, según las conclusiones de un trabajo realizado en juveniles obtenidos en bateas de la ría de Ares-Betanzos y de la ría de Formosa (Portugal) por parte de un equipo del Instituto de Investigacións Mariñas de Vigo (CSIC). Aunque se trata de dos tipos de moluscos, el mejillón resistirá la acidificación de las aguas de hasta dos unidades por debajo de los niveles actuales de PH, de entre 7,7 y 8,4. De hecho, apenas existen diferencias entre los ejemplares a los que se les inyectó dióxido de carbono en laboratorio para simular las condiciones que puede tener el océano dentro de unos 200 años y los que se mantuvieron en las condiciones actuales del agua del mar.

Sin embargo, no ocurrió lo mismo con la almeja fina, cuyo crecimiento, reproducción y supervivencia sí se ve afectada por la mayor acidez. Su fisiología se vio alterada por los cambios en el PH del agua, un escenario en el que se reduce su ingesta de comida y respiración.

«Si come menos, crece menos, y con menos alimento también va a tener menos energía para reproducirse», explica María José Fernández Reiriz, responsable del grupo de Ecofisiología, biomarcadores y gestión sostenible de bivalvos del Instituto de Investigacións Mariñas, cuyo trabajo se enmarca en un proyecto europeo que, a su vez, está integrado en la Red del Espacio Europeo de Investigación en Cambio Climático CIRCLE.

La almeja se alimenta de los organismos del agua que filtra, pero este proceso se ve afectado por un mayor nivel de acidificación. Si en condiciones normales la filtración es de entre dos y tres litros por hora, en un agua con una menor alcalinidad se reduce a 1,5 litros.

El mejillón, sin embargo, apenas se ve afectado por la acidez oceánica, una de las manifestaciones del cambio climático, porque está sometido a un régimen de mareas que activa sus mecanismos de defensa ante agresiones externas. «Tiene capacidad para mantener sus constantes metabólicas aunque haya acidez del medio», subraya Fernández Reiriz.

  

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