El mar se vuelve cada vez
más ácido. Lo que es ya una evidencia debido a la progresiva absorción por
parte del océano del dióxido de carbono liberado a la atmósfera por la emisión
de gases de efecto invernadero traerá consigo unas consecuencias impredecibles
para los organismos acuáticos, que en algunos casos ya se empiezan a conocer.
Eso es precisamente lo que
ocurre con especies comerciales tan importantes para Galicia como la almeja
fina y el mejillón, a los que la alteración química del agua afectará de
distinta manera, según las conclusiones de un trabajo realizado en juveniles obtenidos
en bateas de la ría de Ares-Betanzos y de la ría de Formosa (Portugal) por
parte de un equipo del Instituto de Investigacións Mariñas de Vigo (CSIC).
Aunque se trata de dos tipos de moluscos, el mejillón resistirá la
acidificación de las aguas de hasta dos unidades por debajo de los niveles
actuales de PH, de entre 7,7 y 8,4. De hecho, apenas existen diferencias entre
los ejemplares a los que se les inyectó dióxido de carbono en laboratorio para
simular las condiciones que puede tener el océano dentro de unos 200 años y los
que se mantuvieron en las condiciones actuales del agua del mar.
Sin embargo, no ocurrió lo
mismo con la almeja fina, cuyo crecimiento, reproducción y supervivencia sí se
ve afectada por la mayor acidez. Su fisiología se vio alterada por los cambios
en el PH del agua, un escenario en el que se reduce su ingesta de comida y
respiración.
«Si come menos, crece
menos, y con menos alimento también va a tener menos energía para
reproducirse», explica María José Fernández Reiriz, responsable del grupo de
Ecofisiología, biomarcadores y gestión sostenible de bivalvos del Instituto de
Investigacións Mariñas, cuyo trabajo se enmarca en un proyecto europeo que, a
su vez, está integrado en la Red
del Espacio Europeo de Investigación en Cambio Climático CIRCLE.
La almeja se alimenta de
los organismos del agua que filtra, pero este proceso se ve afectado por un
mayor nivel de acidificación. Si en condiciones normales la filtración es de
entre dos y tres litros por hora, en un agua con una menor alcalinidad se
reduce a 1,5 litros .
El mejillón, sin embargo,
apenas se ve afectado por la acidez oceánica, una de las manifestaciones del
cambio climático, porque está sometido a un régimen de mareas que activa sus
mecanismos de defensa ante agresiones externas. «Tiene capacidad para mantener
sus constantes metabólicas aunque haya acidez del medio», subraya Fernández
Reiriz.
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