Nuevos moradores pueblan
los ríos riojanos desde hace algunas semanas. La Dirección General
de Medio Natural ha finalizado la campaña de repoblación de truchas que
comienza en octubre y que persigue devolver el equilibrio a los principales
cauces de la región. Este equilibrio se rompe ya que muchos de nuestros ríos
abandonaron el régimen natural, al contar con un caudal regulado por embalses o
porque los pescadores proceden a la captura de peces (en la última campaña se
expidieron unas 11.000 licencias de pesca en La Rioja ).
De no ser por esta acción,
la trucha fario mediterránea, la autóctona de la región, habría desaparecido de
nuestros cauces. Al proceso de repoblación le precede un estudio de situación
que marca el número de truchas y las edades que se deben introducir en cada
tramo; en función de parámetros como la calidad del agua, el volumen del
caudal, la serie histórica o la capacidad de producción potencial de cada
sección de río. «Nunca podremos sobrepasar ese índice», explica el director
general de Medio Natural, Miguel Urbiola.
Estos estudios determinaron
que los cauces que han sido este otoño objeto de la repoblación (Iregua,
Najerilla, Oja, Tirón y Leza) han saludado la llegada, en su conjunto, de
196.161 alevines de trucha autóctona (truchas de seis meses) y 56.750 añales
(de un año y medio).
Con los datos en la mano,
el protocolo moviliza cada vez que se traslada una cuba desde la piscifactoría
de Brieva de Cameros -donde se cría la fario riojana- a una decena de personas,
entre técnicos, guardas o retenes, que conduce a la reina de nuestros ríos en
camiones oxigenados hasta el tramo concreto donde emprenderán una nueva vida.
Alevines y añales cumplen una misión distinta. «Ahora soltamos alevines (de 7-8 centímetros ) para
que se aclimaten a los ríos, vayan creciendo y se defiendan mejor cuando se inicie
la temporada de pesca en febrero o marzo. En cambio, los añales, que ya cuentan
con entre 18-20
centímetros , están listos para que cuando se inaugure la
campaña presenten una talla apta para la pesca (20-22 centímetros )»,
indica Urbiola.
El tratamiento difiere
según la sección del curso fluvial. Los tramos de alta montaña actúan como
reservorios de poblaciones puras, por lo que en estas cabeceras nunca se
interviene. De ahí se sacan cada cuatro años truchas macho con las que fecundar
a las hembras de la piscifactoría de Brieva para renovar la sangre de la trucha
riojana y evitar la consanguinidad. Así, la mayor incidencia de las
repoblaciones se concentra en los tramos bajos, adonde también acude el mayor
número de pescadores. El proceso asegurará las capturas la próxima primavera.
Luego habrá que volver a empezar.
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