viernes, 25 de enero de 2013

La restauradora del eccehomo afirma que la pintura le habla




Cecilia Giménez, la anciana que saltó a la fama mundial como autora de la fallida restauración del eccehomo de Borja (Zaragoza), ha revelado hoy que cuando mira la icónica imagen que creó «me dice algo».
Giménez ha hecho esta manifestación a los medios de comunicación antes de participar en un debate público celebrado en un hotel de Zaragoza conducido por la periodista Mari Cruz Soriano, que ha congregado a cientos de personas y de curiosos a las puertas del establecimiento antes del inicio del acto.
La anciana ha relatado que antes de llevar a cabo la polémica restauración del eccehomo ya había actuado «muchísimas veces» con sus pinceles sobre la pintura para evitar su deterioro.
En la última ocasión que lo hizo, el mal estado del muro debido a la presencia de salitre impidió que la pintura quedara fijada sobre la pared por lo que optó por cubrirla con una capa más espesa para actuar más tarde sobre la imagen.
No le dio tiempo ya que la revelación de la noticia en una página web del municipio y su salto escalonado a la prensa regional, nacional e internacional convirtieron a la imagen, con el empuje de las redes sociales, en un icono pictórico con personalidad propia.
Según ha explicado Cecilia, «al principio estuve muy malica; se me vino todo encima; veía las cámaras y me asustaba, y eso hizo que perdiera 6 kilogramos de peso y que no parara de llorar».
Además, la relevancia internacional de la imagen impidió que prosperara la propuesta del párroco de la localidad de cubrir la imagen, ya que el Santuario de la Misericordia de Borja, donde se conserva la pintura, es propiedad de un patronato en el que ostenta la mayoría el municipio.
A juicio de Cecilia, al ayuntamiento «le convenía» que la imagen permaneciese al descubierto ya que se convirtió en un foco de atracción turística para miles de curiosos.
La anciana asegura que ahora sus convecinos le insisten en la necesidad de conservar la imagen, de «dejarla como está».
Admite, además, que cuando vuelve a mirar su creación, superada ya la ansiedad que le sobrevino con la difusión internacional de la noticia, «hay momentos en que me dice algo» a pesar de no estar terminada su «restauración».
A pesar de la fama, Cecilia, asegura que no piensa cambiar su vida junto a su hijo, en la casa que habita en Borja, a donde han llegado miles de cartas de todo el mundo.
«No soy una gran pintora -ha añadido- ni es mi profesión, es ser ama de casa, pero me gusta mucho pintar».

 

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