La directora del Instituto Tecnolóxico para o Control do Medio Mariño en Galicia (Intecmar), Covadonga Salgado, ha señalado esta mañana que el cierre de bancos marisqueros y polígonos por la marea roja en las Rías Baixas «todavía puede empeorar» porque el episodio de toxicidad está todavía en «fase ascendente».
Salgado compareció en una rueda de prensa para explicar la gestión del Instituto en el diagnóstico del episodio, que ha provocado un cierre masivos de zonas marisqueras y de batea.
En este momento solo permanecen abiertas cinco zonas de marisqueo en la ría de Arousa y una en la de Vigo y, respecto a los polígonos, están operativos únicamente tres en Arousa y seis en Vigo.
La marea roja ha tenido la particularidad de que es la primera vez desde que hay registros en el Intecmar -1998- en que las toxinas afectan al mismo tiempo a viveros y bancos marisqueros.
Salgado ha señalado, en ese sentido, que una posible explicación de esta doble afectación es que «a veces, en zonas donde la columna de agua puede ser menos escasa, de menos profundidad, la carga de dinoflagelados tóxicos (las algas microscópicas que portan la toxina) está más concentrada y por tanto acumulan el mismo nivel tanto el mejillón como los moluscos de los bancos marisqueros».
La directora ha defendido la actuación del Intecmar y ha asegurado que la toxina no se podría haber detectado antes, y por tanto evitado que marisco ya recogido se tuviese que desechar, con el consiguiente perjuicio económico para los productores, porque el episodio fue repentino y casi simultáneo tanto en la boca como en el interior de la ría.
«Tan pronto como tuvimos constancia de los primeros resultados positivos tomamos una decisión fuerte, no drástica», ha dicho, para incidir en que todos los cierres que se decretaron de manera cautelar se tuvieron que confirmar posteriormente.
La responsable del organismo, dependiente de la Xunta, ha alertado de que este episodio se parece al que hace ocho años provocó cierres prolongados.
«Sin ánimo de ser alarmistas, la situación es similar a la de 2005, cuando hubo cierres prolongados durante meses», aseveró.
La chispa que saltó en la Cofradía de Noia cuando el miércoles un comprador llamó avisando de que iba a devolver alrededor de una decena de toneladas de berberecho comprado en la lonja el día anterior porque tenía toxina se ha convertido en una enorme tormenta. El pósito, una entidad de la que depende el pan de 1.500 familias, tiene ya una larga lista de clientes que no van a abonarle el marisco por idéntica razón. Lo peor del asunto es que entre los compradores afectados, según ellos mismos le comunicaron al patrón mayor, están tanto quienes adquirieron bivalvo el lunes como el martes, lo que significa que la campaña arrancó con toxina y que podría estar prácticamente perdida la facturación de los dos días: 610.000 euros.
En el seno de la cofradía noiesa nadie es capaz de digerir cómo ha podido llegarse a tal situación -dicen que en la historia del pósito nunca ha ocurrido nada similar-. Y solo encuentran una explicación: la falta de análisis por parte del Intecmar. De hecho, se le van a pedir «indemnizacións e explicacións á Xunta», dijo Santiago Cruz, patrón mayor de Noia. No en vano recuerda a la perfección cómo sucedieron las cosas. El lunes se inauguró la campaña con tono festivo y absoluta normalidad y el martes más de lo mismo. El pósito facturó algo más de 610.000 euros en dos días. Y no fue hasta el miércoles cuando el primer comprador llamó avisando de que el berberecho tenía toxina. Fue esa advertencia la que llevó a la cofradía a no dejar trabajar más a los productores, ya que el Intecmar no decretó la paralización de la extracción hasta las tres de la tarde de ese día. De haber esperado por la orden del instituto autonómico, el problema al que se enfrentarían los noieses sería aún mayor.
En Noia se decidió no resembrar ni un solo berberecho de los que devolvieron los compradores por temor a que no estuviese ya en buen estado y pudiese estropear las toneladas de bivalvo que hay en el mar.
Esa decisión, sumada al hecho de que la Xunta no permitió dedicar a abono el berberecho tóxico, obligó a pagar 3.000 euros a una empresa para que incinerase el marisco. Como la factura era importante, Mar dijo al pósito que los compradores tienen que deshacerse ellos del marisco y no lo pueden reintegrar a la cofradía. De hecho, ayer ya no se recibieron más partidas.
Pero no solo en Noia los mariscadores están pendientes de lo que ocurre con este episodio de marea roja. En la ría de Arousa se cerró ayer por la mañana una nueva zona de marisqueo cuando en ella trabajaban ya los rañeiros. Eso ha obligado a paralizar el producto extraído de esa área durante el jueves para someterlo a análisis. Aún quedan zonas abiertas en el fondo de la ría, pero el marisco que salió de ellas ayer se vendió a precios de saldo: los nervios se han extendido entre los compradores y se han traducido en una brusca caída del precio de la almeja.
Por otra parte, los cierres por toxina siguen aumentando. El Intecmar ordenó esta mañana parar la extracción de bivalvo en O Bohído, uno de los escasos bancos de la ría de Arousa donde todavía se podía coger almeja. Nuevamente, la orden del Intecmar llegó cuando la flota ya estaba en la zona faenando. Mientras, en las rías gallegas, especialmente en la de Arousa y Muros-Noia la revolución continúa tanto en el marisqueo como en el sector bateeiro a causa de la toxina. Las pérdidas son millonarias porque tuvo que devolverse al mar una ingente cantidad de mejillón que se había vendido con toxina y que, al devolverse a las bateas, muere en un porcentaje muy elevado. Además, en Noia hay que destruir más de una decena de toneladas de berberecho que también se vendió con toxina y que ni siquiera sirve para resembrar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario