miércoles, 25 de diciembre de 2013

El sector bateeiro urge medidas contra la marea roja





Perdidos en su propio mar de discusiones y desconfianzas, los bateeiros gallegos parecen haber encontrado en la marea roja el nexo de unión del que tan huérfanos han estado durante años. «A marea vermella é o que máis nos une nestes momentos», explicaba ayer un productor arousano. Y los últimos acontecimientos dan buena muestra de ello. Ayer por la mañana se reunió en Vilaxoán la comisión del mejillón. Un órgano al que los productores llegaron, por una vez, defendiendo unas posturas consensuadas sobre los distintos problemas que ahogan a los productores.

Según el gabinete de prensa de la Consellería do Mar, la comisión se reunió para abordar cuestiones técnicas y en ella se hizo un balance de la situación en la que se encuentra el sector bateeiro. En ese mapa de situación, la marea roja ocupa un papel protagonista, ya que ha sido el elemento que ha acabado de distorsionar la realidad de los productores de bivalvo al romper todos y cada uno de sus calendarios de ventas.

Tal ha sido el golpe acusado por los productores, que el pasado viernes representantes de varias organizaciones de mejilloneros mantuvieron una reunión para abordar el problema de la toxina y de cómo se gestiona. Tras los problemas que se han planteado este año, los mejilloneros trasladaron ayer a la Xunta la urgencia de tomar medidas que eviten esa situación, modificando los sistemas de control que han sembrado de dudas tanto a los bateeiros como a sus clientes.

Aunque algunos de los bateeiros consultados consideran que no es a ellos, si no a los técnicos, a quien le corresponde buscar una solución a todos los problemas que se han planteado este año, otros tienen claro qué medidas habría que adoptar: desde rebajar los niveles de toxicidad permitidos -una decisión que escapa a las competencias de la Xunta- hasta eliminar algunas pruebas que no exige la legislación europea y que retrasan la apertura de polígonos de forma innecesaria y que no tienen, además, un reflejo real en cómo el mejillón llega al consumidor.

A la espera de ver si su petición de ayuda desesperada a la Xunta tiene respuesta, lo que sí está claro es que la marea roja «logrou que o sector se sentara a dialogar, algo que ten que seguir sucedendo se non queremos que isto morra».

Juan Maneiro y Covadonga Salgado también mantuvieron ayer una reunión de trabajo con los representantes de los cocederos de marisco. Unas empresas que están padeciendo en toda su crudeza los problemas que este año se han desatado con la llegada de la marea roja. Aunque sin las escenas dantescas con las que se inauguró el último episodio tóxico, con decenas de camiones devolviendo su carga al mar, los problemas han continuado en los muelles. Por esa razón, los cocederos viven con la sensación de que «non hai seguridade para comprar nin para vender. Os polígonos pechan tan pronto como abren, e non se sabe moi ben que facer», según reconocía el presidente de los cocederos, Juan Suárez.

La situación es tal que las fábricas están trabajando muy por debajo de su capacidad. «Está pasando o que nunca pasou, e a Adminstración terá que tomar medidas para que poidamos traballar con garantías», argumentan los empresarios del sector de los cocederos de marisco. O eso, «ou rezamos para que marche a toxina».

  

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