El pescador tudense Antonio Piña, antes de salir a faenar
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La campaña de pesca de la lamprea de este año 2014 se inició el 3 de enero con muy escasas capturas. Son pocos los pescadores que se arriesgan a salir al río debido a la corriente que lleva consigo ramas de gran envergadura, hojas, palos y demás restos que estropean las redes. El principal problema es que "non vira a auga", es decir, que debido al temporal en el Atlántico, son muy pocas las lampreas que consiguen penetrar en el Miño, explica un veterano tudense de este oficio, Antonio Piña.
"Hay mucha corriente río abajo", describe, y señala ramas que se han quedado prendidas en los amarres y otras que sobresalen del agua. "Hay que echar horas limpiando las redes de toda la porquería que entra en ellas, por eso casi nadie va a pescar".
Ayer, día de Reyes, Antonio Piña preparaba su lampreeira y demás útiles en el embarcadero de Tabagón. Se veían amarradas otras embarcaciones y solo otro pescador salía a buscar la suerte, en un intento que también realizó Piña. Desde la orilla, un tercer pescador oteaba el estado del río, sin intención de salir para no arriesgarse a estropear la red.
A lo lejos, se veía navegar el barco patrullero de la Marina portuguesa que vigila en la zona. "Ya sé que me van a pedir toda la documentación, pero no hay problema, estoy en regla", dice.
Antes de empezar su jornada, contó que desde el día 3 de enero solo fue capaz de capturar una lamprea. No sabe siquiera a qué precio se cotizan, pero detecta que hay demanda, pues está recibiendo numerosas llamadas de restauradores interesados en comprar lamprea del Miño.
Este invierno está siendo durísimo para los pescadores. El temporal y la gran cantidad de agua que lleva el Miño afectan a la campaña de angula. En la última luna del día 1 de enero, calcula Piña que pudo capturarse un kilo por barca contando todos los días de pesca.
Como contrapunto, cuenta que en la luna de noviembre se puede decir que hubo abundancia. "Hay pescadores que consiguieron hasta seis kilos en total durante esa luna, aunque la media puede estar en unos tres kilos por embarcación".
La mayoría de esta mercancía se vende a viveristas que suministran a restaurantes de la zona y también sirven pedidos que reciben de diversos lugares de la península, principalmente desde Madrid. En cuanto a la lamprea, la mayoría de ejemplares se sirven en establecimientos hosteleros de la ribera del Miño.
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