A las cuatro menos cuarto de la madrugada del 24 de febrero de 1846 el Great Liverpool chocaba contra unos bajos en algún punto de la ría de Corcubión. El buque correo británico, con 145 personas a bordo, logró acercarse a la costa. El capitán de la nave, Mac Leod, consiguió salvar la vida de casi todos los tripulantes. Perecieron tres personas durante la evacuación. El cuarto sería, días después, el propio Mac Leod, que se cortaría el cuello en Cee, seguramente abatido por no haber podido salvar la nave.
Durante tres días la tripulación logró rescatar parte del correo que llevaba el vapor desde la India a Inglaterra. También un cofre con lujosos vestidos destinados a la reina Victoria. Después, el mar se llevó los restos de la nave, que desapareció en las profundidades para iniciar un descanso de más de siglo y medio.
Hasta que hace unos meses buceadores de la empresa Archeonauta, que realizaban prospecciones en la ría por encargo de la Xunta, dieron con él con la ayuda de José Suárez Castro, un buceador local, al topar un pecio con importantes restos que permiten reconstruir cómo era la vida a bordo en uno de los barcos más modernos y lujosos de la flota de su tiempo.
La celebérrima Costa de la Muerte, en Galicia |
El Great Liverpool era un lujoso buque de pasaje de 1.540 t. de casco de madera y con una máquina a vapor que movía sus palas. Como era costumbre en los buques de su tipo por aquellos años, también aparejaba de bergantín con tres mástiles.
Su botadura se realizo el 14 de octubre de 1837, y pertenecía a la naviera “Peninsular and Oriental Steam Navigation Company”, la P&O.
Construido por los astilleros Humble & Milcrest, sus dimensiones eran 73.2 x 17.1 x 6.4 m., con un motor de 468 n.h.p. que le daba una velocidad de 12 nudos.
Embarcados en el Great Liverpool viajaban 140 personas entre tripulación y pasaje, que hacían el viaje entre la India y el Reino Unido.
Imagen del buque Great Liverpool |
En la noche del 24 de Marzo de 1846, el trasatlántico toca posiblemente en los traicioneros bajos de los Meixidos , situados a tres millas de la costa al SW de la playa de Gures donde luego después de quedar sin gobierno a causa de la embestida , fue a embarrancar ya rompiendo el alba.
El capitán Macleod mando tender a su tripulación un cable desde el navío a la playa, para que guiados por el pudiesen embarcados en botes, desembarcar el pasaje. Un bote con cuatro marineros se apresto a hacerlo, pero el tremendo oleaje reinante a causa del fuerte viento imposibilito la maniobra volcando el bote y poniendo en grave riesgo las vidas de sus tripulantes que tuvieron que nadar para ganar la playa. Los pasajeros presos de pánico optaron por saltar y tratar de llegar a la playa, y ahí ocurrió la tragedia… Los más perjudicados fueron como siempre los más débiles, niños y personas de edad avanzada sufrieron grandes bajas.
Los supervivientes aun tendrían que soportar más calamidades.
De la aldea aledaña a la playa de Gures comenzó a llegar ayuda a los supervivientes, pero entre esas humanitarias personas se colaron gentes venidas de otros lugares cuyas intenciones eran otras muy distintas.
El Capitán Macleod , optó por atrincherarse en la playa para evitar el saqueo y enviar una avanzadilla a Corcubión para avisar de su naufragio al cónsul británico, y pedir ayuda a las autoridades locales.
Después de varios días de vicisitudes los supervivientes atrincherados en la playa de Gures fueron auxiliados pudiendo abandonar la playa y transportar las valiosas mercancías que custodiaban.
Un triste episodio a principios del siglo XIX que ayudo a fomentar la leyenda negra de nuestra costa.
La tragedia pudo haber sido mucho peor, pero se saldo con un bajo número de víctimas y con la vida de su Capitán, que se suicido cortándose la garganta. Era terrible el peso de la conciencia en la mente de esos hombres de mar cuando ocurría una de estas tragedias.
Bajos Meixidos, donde probablemente tocó el trasatlántico |
Ya puestos, recordemos que el origen del transporte de correo en buques de vapor en Inglaterra lo realizó P&O, y que los destinos eran la costa atlántica de Iberia con final en Gibraltar. Uno de los primero buques fue el Don Juan, de interesantísima historia, que acabo en tragedia en las aguas de Tarifa, y que pudo haber costado, aunque afortunadamente no fue así, el futuro de la noble institución.
P&O tuvo menos naufragios que otras compañías, quizás debido a la cuidadosa elección de sus Capitanes, pero no escapó a estos: la navegación entonces era mucho más peligrosa de lo que lo es hoy con las modernas ayudas a la navegación. Extrañamente, los más destacables naufragios de P&O fueron en aguas europeas, a pesar de que las cartas de navegación estaban bastante mejor detalladas y trazadas que las de las rutas orientales.
Año tras año, la Dirección no tenia naufragios que contar a los propietarios, pero en 1846 se recuerda, “con gran lamento”, que el Great Liverpool, el primero de los dos grandes buques que la Compañía había comprado para el tráfico con Alejandría, había embarrancado en Cabo Finisterre.
Fue un extraño percance igual que lo había sido la pérdida del Don Juan nueve años antes. Finisterre era un punto bien conocido de paso como otro cualquiera en el mundo. El buque iba en dirección Norte: había navegado en esta dirección la costa de Portugal y la occidental española. El tiempo no era particularmente malo y el Capitán debió conocer su posición de una manera correcta. Parece ser, como así lo fue también en el caso del Don Juan, que el Capitán cambio el rumbo a estribor demasiado pronto. Tenía algunos centenares de pasajeros a bordo. Se dijo que había tocado unos bajos a siete millas de la costa, pero no había ningún bajo a esa distancia de Finisterre. Fuese lo que fuese lo que tocó, pudo salir de ello, pero ya con el buque con el casco muy dañado y hundiéndose y teniendo que embarrancarlo en la costa. Todos los tripulantes se salvaron excepto tres pasajeros. Una mujer, un niño y su criada india.
Pudieron poner el correo a salvo también. El cuarto oficial, cuyo nombre era William Bencraft, era un aventurero que a menudo brillo en las crisis, y cuando la marea bajo y dejo el barco reposando en la playa, corto un agujero en el casco, cargo las sacas de correo, las cargo en un pequeño velero local y las transportó hasta La Coruña, en donde encontró otro vapor de P&O que las llevó hasta su destino.
Logotipo de The Peninsular and Oriental Steam Navigation Company |
De la aldea aledaña a la playa de Gures comenzó a llegar ayuda a los supervivientes , pero entre esas humanitarias personas se colaron gentes venidas de otros lugares cuyas intenciones eran otras muy distintas .
El Capitán Macleod , optó por atrincherarse en la playa para evitar el saqueo y enviar una avanzadilla a Corcubión para avisar de su naufragio al cónsul británico, y pedir ayuda a las autoridades locales.
Después de varios días de vicisitudes los supervivientes atrincherados en la playa de Gures fueron auxiliados pudiendo abandonar la playa y transportar las valiosas mercancías que custodiaban.
Un triste episodio a principios del siglo XIX que ayudo a fomentar la leyenda negra de nuestra costa.
La historia es incompleta. No hay una explicación convincente de lo que ocurrió, y no existe una explicación definitiva de cómo una tripulación y pasaje de varios centenares de personas fue alojada y alimentada en aquel rincón distante de España, o de cómo los pasajeros fueron devueltos a casa. El buque se declaró pérdida total constructiva, pero solo estaba asegurado en dos tercios de su valor y estaba todavía financiándose…..
Dieron a William Bencraft un sextante con un arco de oro lo que le era completamente merecido. Desafortunadamente, y para lamento de todos, el Capitán McLeod se suicidó.
Tenedor de plata hallado en los restos del pecio |
El Great Liverpool fue uno de los primeros en admitir pasaje de placer, además de correo, su misión principal. Entre otros lujos, fue uno de los pioneros en contar con agua caliente en los camarotes. La empresa propietaria de la nave, la P&O, todavía existe.
La lujosa nave, de más de mil toneladas, se fue al fondo, seguramente, con gran parte de la carga que llevaba en su viaje de vuelta desde Alejandría a Southampton. En Alejandría recogió pasaje que volvía a casa desde la India -también correo-, entre ellos militares y familias adineradas.
El accidente tuvo un gran eco en los medios ingleses de la época e incluso se llegó a pedir en el Parlamento británico una comisión de investigación sobre lo sucedido, pero que no llegó a constituirse. Los restos de aquel buque colonial permanecen hoy, parcialmente conservados, en el fondo de la ría a la espera de contar su propia historia.
Ancla del Vapor Great Liverpool en una imagen actual |
Hace unos meses unos buceadores de la empresa Archeonauta, que realizaban prospecciones en la ría por encargo de la Xunta con ayuda del buceador local José Suárez Castro, se toparon en aguas de Cee con los restos del Great Liverpool.
Fuente: Elab. propia
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