Ni uno vivo. En todo el cauce canalizado del río por el centro de Cee, desde el hotel La Marina hasta la desembocadura en el mar resultaba imposible ver ayer a mediodía un solo pez con vida.
Miles de ejemplares, la inmensa mayoría alevines de solla
(platija) y anguila, aunque también había algún reo, peón y mújol adulto,
yacían aún muertos en el fondo de hormigón a última hora de la tarde.
Un aviso de un particular al 112, sobre las 12.00 horas, dio la voz de alarma y se desplazaron hasta el punto la Policía Local, Protección Civil, la Guardia Civil de Corcubión, agentes del Seprona de A Coruña, especialistas en Medio Ambiente del distrito forestal y técnicos de Augas de Galicia. Incluso se interesó por lo ocurrido la Policía Autonómica, pero a última hora de la tarde nadie había dado aún con la posible causa.
La lógica de estos casos apuntaba a un posible vertido de
algún químico letal para estas especies aún por desarrollar, pero en el río no
había ni trazas de hidrocarburos flotando en el agua ni más olores que los
habituales donde desembocan varias canalizaciones del saneamiento.
Los agentes revisaron tuberías, los talleres que están en
las proximidades del cauce e incluso las obras de la glorieta del Mercadona,
por donde también atraviesa el río, pero toda búsqueda fue infructuosa.
Llegados a este punto se abrían dos posibilidades. Algunos policías defienden que se pudo tratar de un derrame puntual, que duró apenas minutos de ahí que no se pudiese detectar, pero pescadores veteranos de la zona, que aseguran que ya ocurrió más veces, apuntan a que la bajada de la marea pudo provocar un exceso de agua dulce en el cauce y la muerte de estas especies intermareales. De hecho, esa teoría encaja con que prácticamente solo haya alevines y los ejemplares adultos lograsen escapar, mientras que los que aparecen muertos en algunos casos están descompuestos de varios días, pero no hay nada confirmado.
Para los técnicos de Augas no se trata de una mortandad
significativa dada la escasa afectación en los adultos, pero, en cualquier
caso, según informaron fuentes de Medio Ambiente, tomaron muestras del río y
levantaron un acta de lo sucedido por si fuese preciso depurar
responsabilidades.
Lo más curioso de este caso es que los mújeles, que
prácticamente se han apoderado de ese tramo del río, debido a la gran cantidad
de residuos que recibe y de los que se alimentan, ayer desaparecieron por
completo. No se veía ni uno hasta llegar al propio mar, donde sí se
arremolinaban por centenares entorno al torrente de aguas residuales. Para
algunos agentes puede ser un síntoma de que percibieron algo extraño en el agua
y decidieron huir, aunque los pescadores consideran que puede tratarse de sus
habituales movimientos con las mareas.
Fuente: La Voz de Galicia
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