¿Quién no se
ha sorprendido ante la capacidad de regeneración de una lombriz de tierra?
Atónito, ante la vida que cobraban cada una de las secciones del gusano que
habitualmente con más malicia que ganas de experimentar se habían cercenado.
Pues a ese milagro anatómico le ha encontrado utilidad la empresa francesa
Hemarina SA, al frente de la que está el científico francés Franck Zal, de
renombre mundial en el campo de la hemoglobina extracelular de los
invertebrados marinos.
Hemarina es
una spin off de desarrollo de tecnologías que tiene por protagonista la
arenícola marina, el típico gusano que se coloca en el anzuelo en la pesca
recreativa, pero en lugar de emplear ese poliqueto que cultiva como cebo, se
destina a su uso con fines médicos. Las aplicaciones de la arenícola marina en
el cambio de la biomedicina fueron explicados en O Grove por el propio Franck
Zal, que asombró a los asistentes a la última edición del ForoAcui con las
posibilidades de emplear el gusano para, entre otras cosas, curar heridas de
guerra. Sí, porque las moléculas de hemoglobina de su sangre consiguen detener
hemorragias y que el cicatrizado se vuelva más rápido.
Pero la
solución para accidentes bélicos serían la aplicación menos deseable -por eso
de la educación para la paz y el no más guerras, dado que lamentablemente
hainas-, las moléculas de hemoglobina que Hemarina obtiene de los poliquetos
que cultiva son también una solución muy eficaz para el mantenimiento y
conservación de los órganos que van a ser trasplantados.
Es más, hoy
ya se comercializa esa solución para riñones, hígados, corazones o páncreas que
van a ser implantados en un receptor. «Es ya conocido en el mundo entero y los
cirujanos están encantados, ellos mismos nos dicen que el órgano viene mucho
mejor protegido y en mucho mejores condiciones para el trasplante», explicó
Franck Zal.
Hemarina
(fundada en el 2007) también ha desarrollado vendajes con estas moléculas que
pueden emplearse para tratar casos como el de las úlceras asociadas a la
diabetes o heridas de cierta gravedad que podrían llegar incluso a producir
amputaciones.
Según expuso
el francés Zal en O Grove, hasta ahora, los resultados obtenidos han sido
especialmente buenos: la herida cura y cicatriza con mayor celeridad que con
otros tratamientos. Otra de las aplicaciones previstas tiene que ver con
fármacos tumorales.
Fuente: La
Voz de Galicia
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