La culpa no tiene dueño, dice un socorrido refrán. No va
desencaminado por lo que respecta al vertido que, a finales del pasado mes de
mayo, provocó la muerte de numerosas truchas en el coto de Monforte. Lo de
vertido es un decir. La conclusión de las investigaciones realizadas por los
servicios de Medio Ambiente de la Xunta es que no existió. Entonces, ¿de qué
murieron los peces? Para esa pregunta no hay respuesta. El presidente de la
sociedad de Pesca Val de Lemos, que denunció los hechos ante el Servicio de
Protección de la Naturaleza de la Guardia Civil, asiste incrédulo a las
explicaciones de la administración. «Esto es lo más parecido a un cachondeo»,
se queja Roberto Martínez.
La sociedad Val de Lemos no recibió todavía, al menos de
forma directa, ninguna información oficial relativa a la denuncia que dirigió
en su día al Seprona. Hay pocas posibilidades, sin embargo, de que pueda servir
de algo. En respuesta a una reciente iniciativa del grupo parlamentario
socialista, la Xunta desveló que las investigaciones realizadas tras la
aparición de peces muertos en Ribas Altas no arrojaron «resultados
concluíntes».
Las pesquisas corrieron a cargo de los agentes medioambientales
de la Dirección Xeral de Conservación da Natureza, que recorrieron el tramo de
río donde aparecieron los peces muertos «non localizando ningún vertido que
puidese ser o causante». Las piezas que aparecieron flotando en el Cabe,
truchas en su inmensa mayoría, fueron retiradas del río para su posterior
análisis.
La mortandad se produjo entre la zona de Freixo, donde se
encuentra la estación potabilizadora de agua, y las proximidades del puente
sobre la antigua carretera de Lugo. Los pescadores que alertaron sobre la
existencia de un vertido aseguran que de las aguas emanaba un intenso olor a
cloro. El primer avisó se dio alrededor de las ocho y media de la mañana y,
según la sociedad de pesca, los agentes de Medio Ambiente llegaron más de dos horas
después. La inspección del Seprona se habría producido, según las mismas
fuentes, no antes de las cuatro de la tarde.
«La gente está muy cabreada y es normal. No puede ser que a
un pescador lo multen porque lleva una trucha que no da la medida por unos
milímetros y que luego aparezcan un montón de ellas muertas y no pase nada»,
dice el presidente de la sociedad Val de Lemos.
En una reciente reunión en Lugo, Roberto Martínez había sido
informado por un biólogo del servicio de Medio Ambiente de la ausencia de
pruebas concluyentes sobre el origen del vertido de Ribas Altas. Según le
explicaron, no fueron detectados niveles de contaminación suficientemente altos
como para producir la muerte de los peces. La repoblación del tramo, una de las
contrapartidas que reclama la sociedad de Val de Lemos, tampoco está nada clara
al menos en los términos en los que la plantean los pescadores.
La entidad que gestiona el coto de pesca Monforte pretendía
que la repoblación del tramo afectado se llevase a cabo mediante ejemplares
adultos. Medio Ambiente, por el contrario, solo contempla la suelta de alevines
de trucha con las mismas características genéticas del río en el que se va a
llevar a cabo. Esta medida, impulsada a raíz del rotundo fracaso de la política
de repoblaciones de los últimos años, no termina de convencer a los pescadores.
«Soltaron en el Cabe 2.000 o 3.000 alevines de cinco centímetros, pero todos
sabemos que si salen cien adelante será mucho», opina Roberto Martínez.
Fuente: La Voz de Galicia
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