El 10 de
septiembre de 1996 era martes. «Un día de calor sofocante», recordaba José
Nogueira, que estaba entonces estrenando el cargo de concejal de Seguridad
Ciudadana. «Acababa de dejar a mis hijos en el colegio y recibí la llamada del
jefe de la Policía Local diciendo que había ocurrido un accidente en el
vertedero. Cogí el coche y, a medida que me iba acercando a la zona, empecé a
ser consciente de que no se trataba de un accidente sin más, sino de una
auténtica catástrofe». Hoy se cumplen 20 años desde que 200.000 metros cúbicos
de tierra y basura formaban una enorme lengua que se desprendió desde el
vertedero de Bens y rodó por la falda del monte San Pedro hasta inundar la
ensenada de O Portiño. «Os plásticos aínda andan por aí por lo fondo», apunta uno
de los marineros del lugar, mientras un experimentado buceador relata cómo la
avalancha del vertedero cambió totalmente el fondo marino donde, confirma,
están ahora los materiales que el tiempo y el mar no han podido destruir.
Otro de los
marineros habla de la ola gigante, una especie de tsunami pero de tierra hacia
el mar, que formó la basura al entrar en el océano. Todos ellos coinciden en la
suerte de que a esa hora de la mañana había poca gente en la zona. La única
víctima fue Joaquín Serantes, de 58 años, del que siempre se dijo que estaba
lavando el coche, si bien uno de los marineros asegura que cuando pasó a su
lado «estaba sentado en el coche leyendo el periódico; era lo que hacía casi
siempre».
Cinco años
después, el 1 de septiembre del 2000, el Ayuntamiento clausuró el basurero de
Bens, tras la apertura de la planta de Nostián. Y un año más tarde, el 5 de
junio, abría el parque de Bens con 600.000 metros cuadrados, de los que 200.000
correspondían al vertedero sellado.
Hoy, de
10.00 a 12.00 horas, Adega rememorará este aniversario, mientras que la
concejala de Medio Ambiente, María García, recordaba ayer que trabaja en
estrategias de residuo cero «para evitar traxedias como a que ocorreu hai 20
anos co derrubamento do vertedoiro de Bens».
La primera
página de este diario recogía el 11 de septiembre de 1996 la noticia de la
avalancha de basura que había arrasado O Portiño. Ese día, en el que era noticia
que habría autopista entre Santiago y Ourense, aún existía el temor de que
pudiera haber más víctimas del derrumbe, además de Joaquín Serantes, cuyo
coche, con las llaves puestas, había aparecido en la tarde del día anterior. Su
cuerpo nunca llegó a encontrarse a pesar del amplio dispositivo de búsqueda. La
información recogía asimismo cómo la montaña de desperdicios había llegado
hasta la altura del tejado del bar, cuya pared lateral había cedido a la
presión y por ello la basura entró en el interior del local.
Entre las
curiosidades se contaba que precisamente dentro del bar estaba el primer y
único rescatado por los equipos de salvamento: uno de los cuatro perros que
había en el establecimiento.
Entre los
testimonios de lo ocurrido estaba la angustia de una vecina a la que su marido
le había dicho aquella mañana que se iba a ir al embarcadero y cuando vio este
cubierto de basura se temió lo peor. Afortunadamente el hombre no había bajado
al puerto. De todos modos, la mujer recordaba lo que consideraba un aviso:
«Hace dos años ya se desplomó una bola de tierra y fuego y hace unos meses la
espuma nos inundó las casas».
Fuente: La Voz de Galicia
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