La maragota
(Labrus bergylta) es un pescado blanco de roca abundante en el Norte de España
y que presenta la peculiaridad de que es hermafrodita. Así, todo los ejemplares
nacen hembras, pero sobre los siete años cambian de sexo.
Esta
circunstancia, tal y como explican los científicos, obliga a reconsiderar la
pauta de la talla para su pesca. De esta manera, las medidas de gestión
clásicas como, por ejemplo, el uso de tallas mínimas no son válidas para esta
especie puesto que no protegen a los machos, que siempre son los ejemplares
mayores. Los científicos proponen medidas alternativas a las habituales como la
defensa de pequeñas zonas y hábitats que permitirían mantener intactas las
poblaciones que allí viven. En definitiva, esta especie reclama una protección
especial.
Así, en
Galicia es una de las cuatro especies más pescadas por la flota artesanal, que
la captura sobre todo con artes menores de enmalle. A este longevo pez, que
puede vivir hasta los 22 años, aunque su esperanza de vida media son los 13
años, no le gusta mucho hacer las maletas. De hecho, no recorre más de de 1.000
metros al día y es poco aficionado a las aventuras nómadas, pues permanece fiel
a un área concreta en la que se alimenta y desarrolla su ciclo vital. Durante
su reproducción, los huevos quedan depositados en las rocas y es el macho el
responsable de su cuidado hasta la eclosión de las larvas.
Seguramente
a muchos les picará la curiosidad por su sabor, porque ¿a qué sabe este curioso
pescado? Pues su carne evoca a la del bacalao con un sabor delicado y muy
agradable. Al igual que otros muchos pescados blancos, presenta un alto nivel
alto de proteínas y son ricos en vitaminas del grupo B. Además, resulta
fácilmente digerible y muy bajo en grasas. Desafortunadamente posee infinidad
de espinas que lo hacen un tanto desaconsejable para los más pequeños de la
casa.
¿La maragota
y el pinto: la misma especie?
Durante
muchos años se había considerado que el pinto y la maragota pertenecían a la
misma especie, pero la cuestión no estaba del todo clara. Sin embargo, un
estudio de Investigaciones Marinas fechado en 2013 parece confirmar
definitivamente esta teoría. Aún así, aunque las similitudes son evidentes,
pues ambos son peces hermafroditas, podemos establecer ciertas diferencias.
En concreto,
los pintos suelen ser más grandes que la maragota, además su transformación en
macho sucede en épocas diferentes. De esta manera, el cambio de sexo se retrasa
en el caso de los pintos, pues las maragotas pasan a macho sobre los 7 años
mientras que los pintos lo hacen a los 11. En los últimos años se está
apostando por este pez para la cohabitación con el salmón procedente de
piscifactorías, ya que la dieta de la maragota incluye al piojo de mar, un
parásito letal para el salmón.
Una vez
realizadas las pertinentes presentaciones y que la maragota ya no es un pescado
desconocido, quizás os interese saber qué clase de plato podemos elaborar con
este producto del mar. Sin duda, el guiso marinero de maragota o pinto puede
ser la mejor opción para adentrarnos en su sabor. Este plato es muy habitual en
los barcos pesqueros gallegos. Su preparación resulta muy sencilla y requiere
poco más de media hora para su elaboración.
Fuente: Faro
de Vigo