domingo, 12 de febrero de 2012

El río Lagares, uno de los mas contaminados de Galicia



Se acerca la primavera. Una buena recomendación para un paseo podría ser un recorrido por los senderos del río Lagares. Si además de caminar escuchamos el entorno, quizás notemos algo en falta? ¡Las ranas no cantan!

Se trata de una circunstancia que podría parecer poco importante, pero los anfibios son bioindicadores. Es decir, un río sin ranas nos advierte que su estado de salud es grave.

La versión oficial dice que el Lagares nace junto al aeropuerto, en una laguna de un pequeño campo de golf. Su nacimiento real, que de tan desviado ya resulta indetectable, posiblemente se encuentre en el término municipal de Redondela. Desde allí hasta su desembocadura, en las marismas de Samil, ese viaje de diecisiete kilómetros no es sencillo para nuestro maltratado río.

La historia es implacable. Durante décadas el río nos sorprendió con todas las variedades cromáticas, llegando a ver sus aguas teñidas de todos los colores (y olores) imaginables, producto de todo tipo de vertidos indiscriminados. Entre su variada «fauna anexa» descubrimos en este tiempo todo lo posible en cuanto a electrodomésticos, mobiliario doméstico, urbano y automoción. Hace quince años la Coordinadora Ecoloxista llegó casi a reconstruir un par de coches y varias lavadoras solo con las piezas recogidas una mañana a lo largo del río. Cuando aparecían peces muertos la incredulidad nos hacía preguntarnos: ¿Pero había peces vivos?

Una anécdota quizás podría servir de resumen. En los primeros años noventa, paralelamente a la construcción de la ¿depuradora? del Lagares, el ex conselleiro José Cuíña quiso evidenciar la recuperación ambiental del Lagares y, como una imagen vale más que mil palabras, nada mejor que soltar unas docenas de patos que dieran fe del regreso de la vida silvestre al maltrecho río. Por si los patos no estaban por la labor de colaborar en la prueba empírica se les amputaron las rémiges de sus alas para que no pudieran marcharse volando y arruinar tan bella estampa. Como idea era original, salvo que dejaba a los pobres patos indefensos sin posibilidad de huir y aquella noche se produjeron las primeras bajas víctimas de las ratas (otros fueron robados, imaginamos su triste destino), y el resto perecieron meses después por un vertido de gasoil, a pesar del intento de los ecologistas por salvarlos.

Pero el experimento de la Xunta con la patología incluyó además la liberación de algunas especies americanas, quizás más vistosas que nuestros modestos ánades, lo que contribuyó a otra agresión al río Lagares, visualmente más solapada pero ambientalmente muy dañina: la invasión de especies exóticas de flora y fauna.

Hacer la crónica histórica de las canalizaciones, la destrucción de bosques de ribera, los grandes vertidos como el más reciente del Gorxal y los vertidos cotidianos, alteraciones e invasiones de su cauce y sus riberas podría ser una tarea larga y triste.

La situación actual del río sin duda ha mejorado comparativamente, entre otras cosas porque dejó de ser intermediario de docenas de puntos de vertido que ahora, una vez canalizados, se vierten directamente a la ría, donde nadie los ve. Esa política de cambiar el punto de vertido en lugar de no verter benefició en términos generales al Lagares.

Aun así, todavía estamos lejos de las triunfalistas declaraciones de la concejala de Medio Ambiente que, desde su famosa frase de «el Lagares está mejor que nunca», ya conoce el resultado de los últimos informes de referencia para evaluar la salud de los ríos gallegos, el de Augas de Galicia y el de Proxecto Ríos. Ambos documentos coinciden en señalar al río Lagares, un año más, como uno de los principales puntos negros de la red fluvial gallega en todos los parámetros de hidromorfología, biología y calidad físico-química. Su situación, concluyen los estudios, no deja de ser preocupante.

Conectar todos los vertidos particulares y de empresas a la red de saneamiento sería la solución óptima.

Pero también habría que verificar permanentemente que ninguna empresa se conecte a la red sin que previamente acredite la completa depuración de sus aguas. Separar completamente la red de aguas residuales de los aportes de aguas pluviales es otra asignatura pendiente. Por otra parte, convendría extremar la vigilancia a primeras horas de la noche cuando llueva tras una larga sequía, ya que esas circunstancias son propicias para los vertidos «accidentales». La mejora del Lagares pasa, además, por retirar las especies invasoras y reconstruir la vegetación de ribera, y por habilitar «reservas de biodiversidad» en zonas frágiles de sus afluentes, sin meter trescientos senderistas por ellas. Menos gasto estético en paseos y puentes y más gasto ético en regeneración ambiental.

La Coordinadora Ecoloxistas llegó casi a reconstruir dos coches con las piezas recogidas

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