El furtivo que pedía vigilancia

Santiago Leyenda, uno de los marineros que la Policía Autonómica «cazó» el pasado viernes con 24 kilos de cefalópodos extraídos ilegalmente, se manifestaba sin embargo el pasado verano con otros marineros para exigir vigilancia contra el furtivismo. El hermano del patrón mayor de la cofradía pertenece al colectivo de marineros que tras la supresión de la vigilancia decidió salir a la calle para demandar a la Xunta que tomara medidas para evitar el saqueo de las costas de Baiona, Oia y Nigrán.

No es el primero de ellos a quien las fuerzas del orden han pillado en una irregularidad a pesar de su supuesta protesta contra el furtivismo. A otro percebeiro de los que portaban pancartas lo localizaron días después con 30 kilos de percebe de dudosa procedencia en un control de la Guardia Civil. Los agentes lo denunciaron por llevar a cabo el transporte sin garantías sanitarias y también a un mayorista habitual de la lonja que se hizo cargo de la mercancía.

Otros dos percebeiros también han caído durante los últimos días por furtivismo en sendos operativos que se

saldaron con unos 40 kilos de percebe incautados. Su manera de actuar en la costa quedó registrado por las cámaras de Antena 3 en un reportaje de investigación emitido recientemente.

Pero si se dedican a la pesca ilegal, la incógnita es porqué reclaman vigilancia a viva voz. Para la presidenta de la agrupación de percebeiros, Susana González, lo que quieren es una vigilancia a medida que controle a los furtivos externos de la agrupación. Que se haga la vista gorda con algunos determinados y conocidos socios de la cofradía que se dedican desde hace muchos años a faenar ilegalmente y a ganar mucho dinero, haciendo que los precios caigan en la lonja y perjudicando a todo el colectivo. El conflicto interno beneficia a los infractores porque se valen de la falta de vigilancia para continuar robando en el mar, sacar productos de la lonja para su venta en negro con total impunidad y faenar en zonas prohibidas.

La crisis se prolonga ya durante más de medio año, tiempo en el que las dos partes enfrentadas en el conflicto no han llegado a un acuerdo.