Benito «Corolo», en el Puente del Infierno, donde se le escapó su primer salmón |
Benito Vega Queipo es el maestro de los pescadores cangueses, una condición que le reconoce la mayoría de los aficionados locales a este deporte y que ayer quedó oficializada con el homenaje que le tributaron el Ayuntamiento de Cangas del Narcea y la asociación de pescadores «Fuentes del Narcea».
Benito «Corolo», como se le conoce -«si pones Vega Queipo igual no me conocen ni en casa»-, comenzó a pescar en su más tierna infancia. La cultura ribereña se vivía en su casa con toda su intensidad, tanto por parte de su padre como de sus tíos. Cuenta Corolo que entonces, a mediados de los años 50, en Cangas habría unos doscientos pescadores, «pero viviendo del río, realmente, seríamos unos veinte. De los de salir a pescar y vender».
El río era muy diferente entonces. «Estaba limpio y lleno de pesca. Yo recuerdo en un Carmen (las fiestas de Cangas del Narcea) que llegamos a tener para vender como cincuenta kilos de truchas. Venían con carritos y ayudantes a por ellas, para venderlas en Oviedo y Gijón».
Cangas presumía en aquella época de cultura ribereña, «no había fiesta que se preciase sin truchas fritas con pimientos verdes y patatas, ni sin empanada de anguilas. Daba igual que fuese el Carmen que bodas, comuniones o bautizos: el plato estrella era lo que salía del río».
Todo comenzó a cambiar cuando llegaron los años sesenta y setenta. Benito Vega evoca aquellos años: «fue la época en la que empezaron a llegar los lavavajillas y sus detergentes. A la vez se construyó el embalse de Pilotuerto y comenzaron a aparecer cormoranes, patos y garzas, ya en los años noventa. La contaminación llegó incluso a cambiar el color del agua, y fue desapareciendo la comida del río, seguida de las truchas, hasta que casi desaparecieron».
Parte de aquella cultura se está recuperando ahora y Corolo aporta su punto de vista al respecto: «fue un gran beneficio que se hiciese la depuradora de Corias. No se ha vuelto a lo que era antes, claro, pero el color, la limpieza, la comida para los peces, todo eso está mucho mejor que hace unos años, se está en fase de recuperación y eso es un gusto verlo», manifiesta.
Benito «Corolo» ganó, en su día, seis campeonatos regionales de pesca y uno nacional. Pero fue en los años setenta y ochenta. Por eso este homenaje que ahora se le rinde le pilla un poco de sorpresa: «no me lo esperaba, no, porque yo gane aquellos campeonatos hace mucho tiempo, ¿cómo iba a suponer que se seguirían acordando?», comenta.
Benito «Corolo» y Manuel «Loli» Fidalgo, en una zona de pesca del río Narcea |
Uno de los grandes impulsores del homenaje es Manuel «Loli» Fidalgo Fernández, ex presidente de «Fuentes del Narcea», quien tercia: «¿cómo no nos vamos a acordar de él? Para nosotros es, sencillamente, un maestro. El maestro de la cultura ribereña y de los pescadores del Narcea. Me acuerdo de cuando le seguíamos para aprender, de cuando ibamos a verle a que nos dijera qué moscas eran las mejores para usar en cada zona».
Tanto Loli como otros compañeros pescadores están tratando de convencer a Benito Vega para que escriba un libro con sus vivencias y sus conocimientos. «Yo aprendí con mi padre y luego fui aplicándolo, no sé si merece tanto... pero igual vamos escribiendo cosas, para que no se pierdan».
Una de esas cosas que los pescadores cangueses no quieren perder, y que explica perfectamente Benito «Corolo», es la forma de pesca conocida como de cebo corrido que, en su día, también era conocida, en toda Asturias, como «pesca canguesa».
Benito «Corolo» cuenta estas cosas enfrente del pozo del Puente del Infierno, un lugar emblemático para todos los pescadores de Cangas del Narcea y muy especialmente para su maestro, pues fue allí donde, según relata, atrapó su primer salmón, teniendo tan sólo ocho años, para ver cómo se le escapaba de las manos: «subí llorando hasta Cangas», rememora.
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