Germán Rodríguez, ayer en su casa, muestra la demanda |
Dos años y medio de litigio en una demanda contra una poderosa compañía aérea: Iberia, quinta aerolínea europea, más de 51 millones de viajeros al año, 16.000 millones de ingresos en el 2011... Un pleito que comienza un ciudadano en un juzgado de A Coruña y que termina en la mesa del Tribunal de Justicia de Estrasburgo puede echar para atrás a cualquiera. No a Germán Rodríguez, farmacéutico coruñés de 40 años, que en el puente de la Constitución del 2009 se disponía a pasar con Reyes, su mujer, unas breves vacaciones en Santo Domingo. Esta semana la Justicia comunitaria le dio la razón en su pulso con Iberia, que deberá indemnizar a la pareja con 1.200 euros (600 por pasaje) por haberles impedido tomar el vuelo que debía trasladarlos de Madrid a la República Dominicana.
«Nuestro vuelo desde A Coruña se retrasó, pero conocíamos bien la T4 y conseguimos presentarnos en el embarque justo en la última llamada. Resulta que las tarjetas ya estaban anuladas. ??¿Son ustedes los que venían de A Coruña???, nos preguntaron, y nos explicaron que otros pasajeros, los de la lista de espera, habían ocupado nuestros asientos -recuerda Germán-. Nos dijeron que el sistema informático había detectado que no llegaríamos al enlace y había asignado los asientos, que no podían hacer nada y que además nuestro equipaje no había sido embarcado. No era un problema para nosotros, podíamos esperar por las maletas en Santo Domingo. Un montón de excusas. Pero estábamos allí, a tiempo».
Y, sin embargo, no pudieron volar; e inmediatamente presentaron una reclamación. «A otros pasajeros que tampoco pudieron hacerlo, por overbooking, les pagaron lo estipulado, 600 euros. Entonces nos dimos cuenta de que, encima, se habían ahorrado ese dinero con quienes ocuparon nuestras plazas». Pasaron la noche en Madrid, volaron al día siguiente («un viaje peor con una escala más en Puerto Rico») y perdieron 27 horas, un día de sus vacaciones.
De regreso, Germán prosiguió con la reclamación, «y la compañía nos respondía con cuestionarios tipo, sin más». Recurrió a los consejos de un familiar, su primo, profesor de Derecho Mercantil, quien le señaló una figura en el reglamento comunitario, bajo el epígrafe «denegación de embarque contra su voluntad».
A partir de ahí, Germán preparó él mismo su demanda, bajó de Internet los planos de Barajas, los horarios de los trenes entre terminales? demostró que se podía recorrer en 15 minutos el trayecto que les separaba del lugar de llegada de su vuelo de A Coruña y el del embarque para Santo Domingo. En febrero del 2009 presentó la demanda en el juzgado coruñés. «Y solo cuando se fijó la vista tuve la primera comunicación seria por parte de Iberia, una llamada de teléfono». Antes de celebrarse el juicio, los representantes de la aerolínea propusieron un acuerdo, por menos de los 1.200 euros que reclamaba, «pero ya no era cuestión de dinero, ni siquiera si me hubieran dado lo que exigía, simplemente nos habían tratado mal».
El juez decidió remitir una consulta al Tribunal Europeo ante la falta de jurisprudencia sobre el asunto. Y el trámite continuó, con comunicados esporádicos del tribunal sobre la documentación que iba aportando la parte demandada. «No gasté un duro, solo presenté la demanda y declaré en A Coruña, la gente puede pensar que tuve que ir a Estrasburgo, pero no, y tampoco he solicitado costas ni daños y perjuicios».
El jueves recibió la noticia de que había ganado su pulso con Iberia.
-¿Cómo se siente ahora?
-Tranquilo. Solo eso...
-¿Y cuándo recibirá los 1.200 euros?
-No lo sé. No sé si recurrirán. El dinero llegará. Lo importante es que teníamos razón y nos la han dado. Y, además, esto puede ayudar a otras personas en situaciones similares. Ya me lo dijo mi primo cuando el caso llegó a Europa: «Vais a sentar jurisprudencia».
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