La plaza de abastos de
Ribeira se nutre de las especies que llegan diariamente a la lonja de la ciudad
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La venta de pescado y
marisco está por los suelos, al igual que los precios. Así lo afirman tanto los
profesionales del mar como los placeros. Como ejemplo sirven los datos
facilitados por un responsable de la lonja de Ribeira. Indica que, hace un año,
una caja de chincho de quince kilos se pagaba a 60 o 50 euros; ahora la
cotización no llega ni a la mitad. Lo mismo sucede con el jurel en la rula de A
Coruña. Actualmente el coste se sitúa en los 2 euros el kilogramo, cuando en
épocas buenas puede llegar a los 7. Es precisamente en estas especies con menor
valor en origen donde se registran los mayores márgenes entre la lonja y la
plaza, hasta el punto de que en algunas de ellas llega a triplicarse el precio.
Un kilo de lirio comprado
el miércoles a 0,80 euros -impuestos incluidos- por los proveedores en la lonja
coruñesa, se despachaba en la plaza de Lugo a precios que oscilaban entre los 3
y 4 euros.
Un caso similar se
registró en Marín, donde un kilo de jurel que salió de lonja a 0,49 euros se
comercializó en el mercado a entre 1,5 y 2 euros. En el caso ribeirense, un
lirio que salió por un euro se despachaba a 3.
No sucede lo mismo con
aquellas especies que tienen un valor más elevado, como puede ser el caso del
rape. Las diferencias entre los precios de la rula y del mercado no llegan, en
la mayoría de las ocasiones, ni al 30%. Un ejemplar obtenido por el comprador
en la lonja de A Coruña por 10,35 euros puede conseguirlo un cliente del mercado
por 12 euros.
En Ribeira, un kilo de
merluza del pincho que una placera se llevó de lonja a 6,50 lo comercializa a 8
euros. En el caso de Marín, la del arrastre, que en la subasta del pasado
miércoles osciló entre los 4,20 y los 6,90 euros, se encontraba en el mercado a
un coste medio de 6,50 euros el kilogramo.
Muchas son las variables
que influyen tanto en la cotización del pescado durante la subasta como en el
precio final de venta al público. El aspecto de las piezas, el tamaño, la hora
a la que llegan a puerto y el número de kilogramos desembarcados son algunos de
los factores que juegan en las cotizaciones al alza o a la baja.
Ahora mismo, la abundancia
de jurel en Marín provoca que su valor en la rula esté bajo mínimos, una caja
de unos 12 kilos vale diez euros y, en la plaza, a una media de entre 1,50 y 2
euros el kilo.
Un profesional ribeirense
indica que, generalmente, cuando el precio de las especies menos cotizadas
acentúa su bajada en la rula, este descenso no suele repercutirse en igual
medida en los mercados: «Desta forma os vendedores poden compensar as etapas
boas coas malas ou as perdas na venda de outras especies».
Ahora bien, que un pescado
tenga en lonja una cotización de 1,50 el kilo, como sucedió el pasado miércoles
con el lirio en Ribeira, no significa que este sea el precio final antes de
llegar al consumidor. A esto hay que sumar los impuestos: el 10 % de IVA, el 2
% de tasa portuaria, el porcentaje de las vendedurías o el recargo de
equivalencia, entre otros. Como poco, el producto se encarece entre un 13 y un
15 % antes de salir de las rulas con destino a los clientes finales.
También existen grandes
diferencias entre unas lonjas y otras y, por ejemplo, esto se nota en los
precios con los que se encuentra en los diversos puestos el consumidor que
acude al mercado de Marín.
Por su parte, los placeros
también deben hacer frente a las tasas por la ocupación del puesto de venta,
así como al posible desembolso por el transporte de la mercancía y a otros
impuestos.
Los comerciantes comentan
que, incluso, el precio varía a medida que transcurre la jornada. En Ribeira
diversas pescantinas señalaron que si pasa del mediodía y ven que la mercancía
no tiene salida, reducen el precio con el propósito de atraer a los
consumidores.
Las piezas más caras en
lonja no llegan a las plazas, van a restaurantes o mercados foráneos.
No soy un profesional de la plaza pero si soy autono y tengo un negocio de osteleria y comprendo que las pescaderias de las plazas tripliquen el precio ya que si no venden lo que han comprado lo tienen que tirar o congelar el que pueda y tenga el permiso de sanidad claro esta, en algunos casos pero al final de esta historia la inversion termina en la basura, pesa mira lo que has vendido y lo que has tirado y resta los kilos que tiraste y hay estan tu beneficios. Tampoco esque desvalore el trabajo de los pescadores que se juegan la vida pero las plazas tienen que ganar dinero para poder comprar y que ellos sigan pescando.
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