Aunque en las fiestas de Navidad la centolla puede ir a 50 euros el kilo o más, estos días los compradores suelen pagar por ella entre 16 y 18 euros el kilo. O al menos eso es lo que cuestan los ejemplares "normales", pues un empresario pagó ayer 245 euros por uno de 4,3 kilos -lo que significa unos 53 euros el kilo- en la subasta de las jornadas de O Grove. Minutos después se llevó la centolla, pero no para casa, sino que la devolvió viva al mar.
El profesor Carlos Besada dirige la subasta en la plaza de abastos de O Grove
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Una veintena de personas se congregaron en la plaza de abastos de O Grove a mediodía de ayer para asistir a la subasta pública de las dos centollas -un macho y una hembra- que el día anterior habían ganado el concurso a los ejemplares de mayor peso. Se trata de una de las actividades más singulares de las jornadas de exaltación de la centolla, que se celebran estos días en O Grove, y el año pasado se habían recaudado 300 euros por las dos piezas. Una cifra que ayer se quedó pequeña.
El profesor jubilado Miguel Besada Costa se subió a una banqueta y empezó a conducir el acto, al igual que ya lo hizo el año pasado, cuando se celebró la subasta por primera vez. Entre el público había miembros del gobierno local, restauradores, vecinos e incluso un equipo de televisión encabezado por los cocineros barceloneses Sergio y Javier Torres, que se animarían a realizar alguna oferta.
El precio de salida en ambas piezas fue de 50 euros, y en el caso del macho se disparó enseguida la cotización, hasta llegar a los 245 euros que pagó José Manuel González, "Pepiño", de Cruceiros Pelegrín, cuya última puja fue fulminante. El crustáceo había sido capturado por José María Meis, del "Edi" y pesaba 4,350 kilos, de modo que el comprador se hizo con él a un precio de poco más de 53 euros el kilo. No obstante, no se lo llevó para casa.
Sus hijas le colocaron unas abrazaderas de color verde y, desde la cubierta del "Pelegrín III" lo soltaron en el mar pocos minutos después de la subasta. José Manuel González explicó que la idea de "indultar" a la centolla había sido precisamente de las niñas. La noche del lunes habían hablado de la subasta, y decidieron echar una mano a Cáritas, entidad asistencial a la que se le entrega el dinero recaudado en la puja.
De modo que González y sus hijas acordaron hacer una buena oferta por el crustáceo. Y así lo hicieron. Terminado el acto, el empresario expresó su deseo de que la centolla vuelva a ser capturada en un futuro -se la reconocerá por las abrazaderas verdes- y puesta de nuevo a subasta para obtener más fondos para Cáritas.
Naveiro (izquierda) y González (derecha) con su hija.
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La hembra, que pesaba dos kilos y 150 gramos fue pescada por Antonio Otero, del "Chapeliño", y su precio fue subiendo de forma más lenta. El público era numeroso, aunque no fueron muchos los que se animaron a pujar, y la oferta de 150 euros de Gonzalo Naveiro, del restaurante Areoso, resultó la ganadora. Su establecimiento, situado en Beiramar, ya es un clásico de estas subastas de la centolla -que emulan, salvando las distancias, las del "campanu", el primer salmón de Asturias-, puesto que el año pasado se hizo con las dos piezas, por unos 300 euros. Así las cosas, Cáritas Parroquial de O Grove recauda 395 euros. Los pescadores ganadores del concurso, por su parte, recibieron 150 euros cada uno.
Con independencia de actividades como las de los últimos dos días -el concurso de centolla viva y la subasta de los mejores ejemplares- los grandes protagonistas de las jornadas de exaltación de la centolla son los restaurantes.
Numerosos establecimientos de la localidad participan en las jornadas ofreciendo desde la clásica "centollada" hasta preparaciones especiales y muy cuidadas del crustáceo.
Además, hay un concurso de pinchos en los que el ingrediente principal es la centolla, y una actividad de turismo marinero que organiza Pescanatur. Las jornadas de O Grove cumplen este año su edición número 11 y duran hasta el 8 de diciembre, con lo que cogen el puente de la Constitución.
Los locales que participan se identifican con un anagrama en la entrada a sus locales.
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