jueves, 14 de agosto de 2014
Asturias, tiempo de doradas
Entre los meses de junio y septiembre algunas playas de Asturias se ocupan prácticamente 24 horas. Con la puesta del sol, los pescadores toman el relevo a los bañistas y descienden a los arenales para practicar la pesca de la dorada a surfcasting. El anglicismo define una modalidad de lanzado desde la orilla con lastre pesado, cuyo propósito es alcanzar las zonas próximas a la rompiente en que se alimentan los peces.
La dorada es una de las piezas más apreciadas por los pescadores deportivos, tanto por la resistencia que ofrece una vez enganchada en el anzuelo, como por la calidad de su carne y el tamaño que alcanzan algunos ejemplares, que pueden superar los 5 kilos, aunque el peso medio de las capturas a caña está sobre los 2 kilos. Estos ejemplares salvajes nada tienen que ver en sabor y presencia con las piezas de ración, procedentes de acuicultura y alimentadas con piensos.
Perteneciente a la familia de los espáridos, como el sargo, el dentón o la herrera, puede identificarse fácilmente por la banda frontal dorada entre los ojos, que le da nombre: Sparus Aurata. No gusta de aguas frías, así que no se detecta su presencia en la costa asturiana hasta que la mar alcanza temperaturas próximas a los 18 grados, a partir del mes de mayo y hasta bien avanzado septiembre. No obstante, en la ría de Villaviciosa o en la ría del Eo, con temperaturas medias más altas y fuentes de alimentación suficientes, las doradas permanecen prácticamente todo el año. A lo largo de la costa asturiana, son muchas las playas frecuentadas por los pescadores de doradas, pero, aunque resulte sorprendente para algunos, no es necesario alejarse demasiado para lograr buenas capturas. Playas urbanas como las de San Lorenzo o el Arbeyal, en Gijón; Salinas, en Castrillón; o Santa Marina, en Ribadesella, ya han proporcionado en fechas recientes buenas piezas. Otras playas con tirón entre los deportistas son la de Rodiles, en Villaviciosa; La Griega y la Espasa, en Colunga; Xagó y Verdicio, en Gozón; Bayas, en Castrillón; Vega, en Ribadesella; San Antolín, en Llanes; la Franca, en Ribadedeva; o Frexulfe, en Navia, sin olvidar el entorno de la ría del Eo y El Puntal, en Villaviciosa, inmejorable con mareas muertas.
Las condiciones propicias para la pesca de la dorada son las de mar en calma y transparente, limpia de algas, con ausencia de viento y mínimo mar de fondo. El nordeste, presente en las horas centrales del día durante gran parte del verano, procura numerosas jornadas de mar sin apenas oleaje. El momento ideal es cuando el amanecer o la puesta de sol coinciden con los repuntes de las mareas, pero en general la pesca nocturna es siempre más efectiva en el norte.
La dorada frecuenta fondos arenosos y de roca. Preferentemente carnívora, está provista de una gran mandíbula e imponente dentadura dispuesta para triturar, de modo que la dureza de las conchas no resulta un problema: mejillones, navajas, almejas o cangrejos forman parte de su dieta habitual. En consonancia con su régimen, los cebos utilizados para su captura son muy variados. Entre los denominados cebos duros utilizados por los pescadores, destacan por su efectividad el cangrejo verde o cámbaro, las calaveretas --unos pequeños cangrejos que se acercan durante la noche a las orillas arrastrados por el oleaje--, sapas, navajas y muergos, así como mejillones con cáscara o sin ella. Algunos tipos de cangrejos son capturados por los propios pescadores previamente o durante la jornada de pesca, caso de las calaveretas, o adquiridos en tiendas especializadas. Otros, como los moluscos, se encuentran fácilmente en las pescaderías. En cualquier caso, los cebos duros son bastante económicos y al ser selectivos no son atacados por peces de pequeño porte. Los llamados cebos blandos están compuestos básicamente por distintos tipos de gusanos: xorrón, americana, tita de palangre, coreana, etc. Son de demanda continua en las tiendas de pesca, en las que los precios oscilan entre los 3,95 euros por caja de 5 unidades de americana, los 0,40 euos por unidad de xorrón --dependiendo del calibre-- o los 2,95 euros de la caja de coreana con entre 15 y 20 unidades. Estos cebos blandos son susceptibles de ser atacados por otras especies como sargos, lubinas, picas, herreras, o rumia en general.
El material necesario para la práctica de la pesca deportiva de la dorada está compuesto por potentes cañas de lanzado de entre 4.25 metros y 4.50 metros y carretes con gran capacidad de hilo y de recogida. Hay que tener en cuenta que para encontrar la dorada es necesario pescar a grandes distancias, efectuando lances que superan con frecuencia los 120 metros. Y una dorada de grandes dimensiones podría extraer otros 50 metros de línea. Para mantener las cañas perpendiculares a la arena se utiliza el pincho, un soporte de diversas medidas que se clava en la arena, alberga la caña y permite mantener los sedales por encima de la rompiente, evitando así las algas de la orilla, y el aparejo lo suficientemente tenso para identificar la picada. Además, cada pescador suele utilizar dos cañas, lo que permite alternar distancias de lanzado y cebos. Los precios de las cañas, telescópicas o bien de tres tramos, pueden oscilar entre los 70 euros de un modelo básico con ciertas garantías de durabilidad a los 1.000 euros de un tope de gama en marca reconocida. Igualmente, la horquilla de precios de los carretes es muy amplia: entre los 50 euros de un básico y los 700 euros de los más sofisticados existe toda una gama amplia y profunda, para todos los gustos, condiciones y bolsillos.
A cañas y carretes, hay que sumar los complementos: plomos de distintos gramajes y formas para adaptarse a las cambiantes condiciones de la mar, anzuelos de diversos tamaños, esmerillones e hilos de variados diámetros y resistencia: de 0.30/0.35 milímetros para el bajo de línea (sedal en el que se anzuela el cebo), de 0.40/0.50 milímetros para el puente (tramo de hilo más resistente para soportar la fuerza del lanzado) y de 0.19/0.23 para rellenar la bobina del carrete (este más fino para facilitar la salida del sedal en grandes lances). Completan el equipo de todo pescador de surfcasting luces para las punteras en la pesca nocturna, linternas frontales, accesorios para el montaje de aparejos, vadeadores o botas de goma, chalecos, fundas para proteger el material, cajas y, en ocasiones, hasta carros para moverse por los pesqueros. Una inversión media en accesorios asciende a unos 200 euros, en continua reposición.
La tecnología también ha llegado al mundo de la pesca deportiva: las viejas tablas de mareas conviven hoy con internet. Los pescadores escudriñan las páginas de aemet, windgurú, o las webcams de las playas, para, en función de las condiciones previstas, elegir días y zonas. Y son muchos los que a través del visor Sigpac o el Google Earth buscan los accesos a los pesqueros más recónditos.
Fuente: Asturias24.es
Muy buen artículo
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