jueves, 2 de abril de 2015
La ciudad que dejó de mirar a sus tres ríos
Desde antes de existir el tiempo, tres ríos muestran a quien pase por Pontevedra como ser a un tiempo fugitivo y eterno. Se llaman Lérez, Gafos y Rons y a ellos se dedica la exposición que ultima la Asociación de Vecinos San Roque, una muestra con más de medio centenar de imágenes que también busca ser un homenaje a los fotógrafos clásicos, como Pintos, Zagala o Novás Rarís, que documentaron el pasado de la ciudad.
El único consuelo al observar las fotografías de la exposición "Pontevedra dende os ríos" será para el espectador saber que el dolor, como recordó Dostoievski, nos hace más inteligentes por muy pobres de espíritu que seamos. A ello conviene acogerse para asumir que en apenas un siglo Pontevedra, que fue un gigantesco Combarro con hórreos y fincas de labranza pegadas al río, destruyó buena parte de sus principales signos de identidad.
La exposición propone un recorrido por la historia de la ciudad del Lérez desde hace más de 125 años, mediante imágenes en las que se ve un Lérez en el que no había un solo puente, ni siquera el peatonal de madera inaugurado en la primavera de 1871.
La Xunqueira de Alba, en la desembocadura del Rons, aparece magnífica en varias imágenes. Ante ellas se detiene Sabino Martínez, presidente de la Asociación de Vecinos San Roque y perteneciente a la familia de los Panderetas, como eran conocidos en el barrio sus numerosos antepasados pescadores y, especialmente, su tío, protagonista, con sus largas barbas blancas, de una icónica imagen de la Pontevedra de la época.
Sabino Martínez todavía recuerda "poner alguna entallada" en el Rons, un sistema de pesca para capturar el mujel, la robaliza y las anguilas en un riquísimo ecosistema que el mal entendido progreso (lo posterior a un tiempo determinado no siempre significa evolución) se encargó de destruir.
Precisamente una de las imágenes muestra el hórreo de Panderetas pegado al Lérez. Y es que hasta 1905, cuando se concluyó el primer malecón, las propiedades daban directamente al entonces anchísimo río, que sería achicado en varias ocasiones: la más reciente, para la construcción de la autopista, que le robó aproximadamente 17 metros.
La exposición también permitirá ver los antiguos barcos xeiteiros, que se dedicaban al arte del xeito, un aparejo atravesado en la ría que se empleaba antes del cerco.
Después vinieron las motoras a vapor, que traían la caliza que se horneaba y, convertida en cal, se empleaba en la construcción y como desinfectante.
En una las imágenes puede observarse el horno, que aún pervive en pie en Mollabao, perteneciente a la familia Casalderrei, cuyo chalé también se conserva en la antigua carretera de Marín.
La fábrica se llamaba Caleras del Lérez y es una de las construcciones que aparece en las imágenes.
También está la fábrica de Pazó y su chimenea de la máquina a vapor. En esta factoría primero se hacían reparaciones navales, posteriormente motores e incluso durante la guerra fundió pistones para reparar motores de aviación.
Pazó obtuvo autorización para rellenar una antigua ensenada que podrá verse, aún intacta, en algunas de las fotografías.
Asimismo, no faltarán en ella los muelles de atraque de Os Gafos (Teseláns, Vilas, Ogando, Forniños...) que quedaron sepultados bajo la actual calle Ribeira dos Peiraos o la antigua carroceta con caballo, que era el gran medio de transporte del barrio de A Moureira, incluso fue ambulancia cuando se quemaron los obreros que trabajaban en la fundición.
Tendrán cabida también las imágenes del primer puente de hierro peatonal sobre el Gafos, que unía Corbaceiras y Mollabao, o el segundo que se construyó en hormigón frente a la antigua fábrica de conservas Ural.
Podrá verse la Casa de Baños de la familia Fonseca, en la que se instaló en la Guerra Civil el ejército con la banda de música y una cuadra de mulas.
La exposición rinde homenaje a los antiguos fotógrafos que documentaron la historia de Pontevedra y también retrata buena parte del día a día de un barrio en donde más del 80% de los vecinos dependía del mar.
Había armadores, patrones y, en su mayoría, marineros, no solo procedentes de Pontevedra sino también de Portosanto, Lourido y Campelo.
Éstos nutrían las tripulaciones de los xeiteiros (6 hombres dedicados a la captura de xouba o sardina) y posteriormente los vapores (con más de 30 integrantes para pescar jurel y robaliza y que llegaban hasta Matosinhos).
Los barcos desembarcaban directamente en los muelles del Lérez y el Gafos y la línea de agua estaba situada varios metros más arriba del límite actual.
Así, en varias de las fotografías puede comprobarse como el mar se situaba a unos escasos cinco metros de la actual Casa Digna, en As Corbaceiras.
En este primer frente a la ría estaba la entonces taberna Rache, ante la que se subastaban, aún en el año 1940, los lotes de percebes que los vecinos de Ons traían en barcos.
De hecho, aún se conserva en la zona una agarradera a la que solía atarse el ganado que los isleños habían adquirido en Pontevedra y que llevaban de vuelta tras la venta de su captura.
Los trabajos vinculados a la pesca no eran exclusivamente masculinos. Las mujeres también participaban en las actividades relacionadas, de hecho su segunda ocupación era vender en las subastas de la plaza de abastos.
El lañado de la sardina, la recepción del marisco etc eran otros de los trabajos femeninos e infantiles en el momento, a mayores del cuidado de la casa, la huerta etc.
Y es que A Moureira era hace poco más de un siglo una perfecta simbiosis entre la vida del campo (representada por los hórreos o las parras que lindaban con el río) y el mar, como lo es aún hoy Combarro.
No obstante, los sucesivos rellenos y canalizaciones (el caso más dramático es el Gafos, sepultado en su tramo urbano) hirieron los ríos y destruyeron el entonces ingente patrimonio ribereño.
Si A Moureira no se libró de la piqueta, tampoco A Puntada ni el mismo centro del Lérez, en donde se construyó una isla artificial para soportar el pilar central del puente de la AP-9
Y a todo ello se sumó una política urbanística basada en la especulación que posibilitó, aún en la pasada década de los noventa, levantar una barrera de edificios en el frente del Lérez
Todos, humanos, barcos, muelles, hórreos, el Lérez, el Gafos, el Rons y también los errores desfilan ante el espectador, que lamenta que desgraciadamente nunca nos es posible descender dos veces el mismo río.
Fuente: Faro de Vigo
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