lunes, 30 de abril de 2012

Estación de Bioloxía Mariña de A Graña


Dos investigadoras examinan con microscopio los pequeños organismos que habitan encima de la concha de una vieira

Bajo la Casa do Hórreo de la estación de Bioloxía Mariña de A Graña hay un sótano fantástico en el que viven esponjas y erizos de mar. La sala cuenta con dos piscinas en las que entra el agua de mar. Nadie ha puesto allí a esos animales, nacieron y crecieron en las piscinas, a las que llegaron en forma de larva por unas tuberías también llenas de «bichos», como los llama con humor el director de la estación, el catedrático de Zooloxía Mariña Victoriano Urgorri.

La abundante presencia de «bichos» demuestra que, pese a todos los intentos por lo contrario, la ría de Ferrol todavía esta viva. Pero lo está mucho menos que hace años. Victoriano Urgorri estima que en las últimas décadas han desaparecido cerca de «2.500 ou 3.000 especies que vivían nela», alrededor del «50% do total». Un auténtico exterminio causado sobre todo por el vertido de millones de litros de aguas fecales que tendrá efectos permanentes en la ría. «Nunca voltará a ser o mesmo», subraya el catedrático.

Urgorri estima que la recuperación comenzará a dejarse sentir «sete ou oito anos» después de la puesta en marcha del saneamiento integral, que sigue sin fecha. Afirma que incluso es posible que regresen parte de las especies perdidas en este tiempo, aunque «nunca voltará a ser o mesmo», reitera.

La cifra, «2.500 ou 3.000» especies desaparecidas no es una errata. «Moita xente pensa que no mar hai vieiras, ameixas e pouco máis, pero hai moito máis». Miles de organismos diferentes, algunos tan pequeños que viven en los intersticios de los granos de arena.


Lodos recogidos de los fondos de la ría para su análisis

En la estación los estudian y clasifican. No solo en ese sótano fantástico situado por debajo del nivel del mar, invadido por una humedad casi corrosiva. También se recogen muestras de suelo y de especímenes, que se tamizan, limpian, observan, analizan, clasifican...

La Casa do Hórreo, llena de grifos, peceras y bandejas de agua salada llenas de piedras, conchas y animalitos parece a punto de reventar. Su interior recuerda al de un submarino, todo el espacio se aprovecha, desde los fondos de las escaleras hasta los techos, para guardar equipamiento de todo tipo: monos de buceo, aletas, trajes de agua, gafas, botellas de oxígeno...

La última adquisición será un tac similar al de los hospitales pero, a pesar de sus 200 kilos, mucho más pequeño. Será utilizado para hacer «cortes» de los organismos y analizarlos con más precisión. Hasta ahora se utilizaba la técnica tradicional y que consistía en cortar realmente al espécimen, cortes separados por solo 4 micras. Los estudiantes necesitaban «ata un ano para dominarla», subraya Urgorri. Nada raro si se tiene en cuenta que un milímetro está compuesto por mil micras.

La Casa do Hórreo se dedica únicamente a la investigación. El edificio de enfrente, la otra parte de la estación, a la docencia. La Casa da Estrela funciona como un pequeño hotel con espacio para 24 alumnos y cuatro profesores, comedor, baños... Su planta baja está llena de jóvenes en batas blancas que examinan muestras en microscopios, botes de muestras y más peceras. Por aquí han pasado chicos de medio mundo.

En las peceras se guardan muestras que se encontraron juntas, hay piedras, esponjas, vieiras enormes y algún desperdicio como una botella de cerveza poblada por algún «bicho».

«Sempre sae algo así, ata unha vez sacamos unha lavadora enteira», recuerda el director de la Estación Marítima de A Graña, la institución que desde el inicio de su actividad en el año 2001 ha atesorado más conocimientos sobre la ría de Ferrol.

Bivalvos de la ría con parte de la concha construida con carbón

Cerca de un pequeño horno del aula de la Casa da Estrela se hace notar un olor a «alcantarilla», en su interior hay cienos sacados de la ría. En la estación son pesados, introducidos en el horno a altas temperaturas para eliminar la materia orgánica, y vueltos a pesar. Así se calcula cuanta materia orgánica en putrefacción contienen. En estos lodos, que pueden alcanzar varios metros de altura, apenas hay organismos vivos. En la estación también han descubierto bivalvos con las conchas construidas parcialmente con carbón, fueron recogidos cerca del muelle carbonero.


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