jueves, 9 de junio de 2011

Franco en el Narcea


Al anterior jefe del Estado le gustaba mucho disfrutar de las tardes de pesca en las orillas del Narcea. No era experto en el arte, pero según los ribereños, cuando iba, jugaba con ventaja, porque el río se cerraba para él. El dictador aprovechaba los mejores pozos. Hoy la maleza cubre sus plataformas de hormigón, como sucede en el coto de La Defensa, cerca de Cornellana. Al mismo tiempo que Franco pescaba los salmones, diseñaba las presas para el aprovechamiento de la energía eléctrica. Esas que también cortaron el paso del salmón.

No sólo el río y sus habitantes, en este caso los peces, han ido cambiando y adaptándose al paso del tiempo. El Narcea, el segundo río más importante de Asturias, tanto en longitud como en caudal, ha visto cómo en los últimos cincuenta años sus características físicas se han modificado y, por lo tanto, también ha cambiado el perfil del pescador.


El Narcea es históricamente uno de los ríos más salmoneros de Asturias, pero, al igual que pasó en otros caudales de la región, la construcción de presas de aprovechamiento de energía eléctrica lo dividió en dos e hizo desaparecer los salmones de la zona alta, ya que los peces nunca pudieron llegar a salvar las alturas de las enormes moles de hormigón sobre las que se construyeron las presas, en este caso, la de Calabazos.

Al igual que en la actualidad, el Narcea era uno de los ríos que lograba acaparar un gran número de pescadores en sus riberas, que acudían a pescar encandilados por la fama de ser un río salmonero. Uno de esos pescadores era Francisco Franco. El dictador pasó muchas tardes al sol disfrutando de la pesca a la orilla del Narcea, un río que, cuando él sacaba la caña, era sólo suyo. Dicen los ribereños que cuando Franco se acercaba a pescar al río «se llenaba todo de guardias civiles y nadie podía acercarse». Así lo asegura Román Herrero, vicepresidente de la Asociación de Pesca Fuentes del Narcea. Pero de aquellos tiempos quedan muchos recuerdos y los escenarios desde los que Franco lanzaba sus cañas, los que fueron sus preferidos, están ahora comidos por la maleza.


Uno de esos pozos en los que Franco solía pasar las tardes es el pozo de La Defensa, cerca de Cornellana (Salas). Ha quedado relegado a una zona de paseo y ha dejado de estar entre las preferencias de los pescadores. Bajo la maleza, dicen, en La Defensa aún se puede encontrar restos de la plataforma de hormigón desde la que el Generalísimo pescaba y de la silla que fue construida para su descanso. «A él le gustaba mucho venir por aquí y también a otros ríos de Asturias. Y claro, siempre que venía, pues picaban unos cuantos, porque hace años en cada pozo había muchos salmones y encima el río era todo para él», cuenta Román Herrero. Eran otros tiempos, es lo que se suele decir, pero es que la realidad del Narcea ha cambiado mucho desde entonces. «Ahora hay menos salmones y muchos de los pozos que antes eran los más buscados para pescar ahora ya no lo son», explican desde la Asociación de Pescadores de Fuentes del Narcea. Otro de los lugares en los que Franco solía pescar era en el pozo de Mestas, justo en la desembocadura del río Pigüeña.

Cuentan los cangueses que Franco acudía todos los años a pescar al Narcea. Solía ir durante 15 días, justo antes de cerrarse la temporada de pesca, aunque eran tiempos en los que la veda se regía por otros calendarios que nada tenían que ver con los de ahora. Se permitía pescar entre el 15 de febrero y el 15 de septiembre, pero después había una prórroga, entre el 15 de septiembre y el 15 de febrero, en la que sólo se podían pescar salmones si eran para el consumo de las familias, es decir, no se podían vender. «La gente pescaba por necesidad, porque lo necesitaban para comer, ahora la pesca se ha convertido en un deporte, para pasarlo bien y disfrutar de la naturaleza», explica Herrero.

Y es que hasta el arte de la pesca ha cambiado con los años. Cuando Franco acudía a la ribera del Narcea solía hacerlo acompañado de un ganchero. En sus visitas a Asturias, dispensaba del saber de un veterano del arte de la pesca: Avelino Aparicio Alonso. Nené, como le conocen sus amigos y compañeros, vive en Bárzana y acompañó al entonces jefe del Estado en su afición. Le llevaba los aparejos y le guiaba a la hora de elegir los lugares en donde se creía que los salmones picaban mejor. El ganchero ha declarado en varias ocasiones que Franco tenía más de aficionado que de experto en las artes de la pesca. Hoy el Narcea retiene entre su aguas al salmón, que no dispone de la libertad de la que contaba cuando la presa de Calabazos no se había levantado.

Y es que Franco pescaba en el Narcea, pero también construyó embalses.

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