La vida se abre paso a veces frente a enormes adversidades. Pero si se lo ponen fácil, el premio obtenido es muy alto. Esto es lo que ha ocurrido en la ensenada de San Simón, donde un genuino sistema para ayudar a los chocos a desovar y criar en sus templadas y tranquilas aguas, permitirá que las capturas de este cefalópodo lleguen a un récord histórico de 40.000 kilos. Falta exactamente un mes para cerrar la campaña y ya se ha llegado a los 30.200 kilos, cuando, en comparación, durante todo el año 2011 el registro de subastas fue de 27.800 kilos. El resto hasta las 40 toneladas se completará el próximo 30 de junio, último día para los pescadores.
Lo que han logrado los marineros de Redondela es un invento singular y, sobre todo, que tenga una aplicación biológica muy efectiva. En síntesis, localizaron ciertas áreas de la ensenada -a unos cinco o seis metros de profundidad- y las convirtieron en santuarios para los chocos. Esto es, está vedada la pesca de este cefalópodo. En esas zonas del lecho marino los pescadores fondearon ramas de pino lastradas con piedras. Y dejaron que la naturaleza hiciese su trabajo. La vida se ha abierto su propio camino, porque los chocos han encontrado el sitio ideal para reproducirse. Allí, alejados de las miradas ajenas, en la oscuridad de la ensenada de San Simón y solo alumbrados por la madre naturaleza, los cefalópodos desovan ahora de forma masiva, impregnando abundamentemente las ramas de pino con sus huevas.
El patrón mayor de la Cofradía de Pescadores de Redondela, Clemente Bastos, habla de esta situación con una normalidad, que contrasta quizá con la relevancia biológica -y también económica- de su descubrimiento. «Puede decirse que tenemos instalados para ellos unos apartamentos en el fondo de la ría, para que críen y luego puedan desarrollarse con el tiempo; esto nos permitirá alcanzar este año una cifra récord de capturas». Y subraya: «Esto es fruto de la labor hecha durante el año pasado, porque las ramas las bajamos en el 2011 y ahora estamos recogiendo el trabajo que hicimos».
Con todo, Bastos no descarta que la superabundancia de chocos registrada este año no solo haya sido debida al exclusivo hotel de cinco estrellas sumergido que han abierto los pescadores para este exquisito manjar marino. «El tiempo también ha sido bastante benévolo con nosotros, porque ha llovido poco. Si llueve, el choco se esconde en el fondo y pasa allí días. Luego sube y es fácil capturarlo; si no llueve, como ha sido este año, no solo es por abundancia del choco en sí mismo, sino que las capturas son más fáciles por las condiciones meteorológicas».
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