Pedro
Fernández de la Concha (Pravia, 1966) es reconocido desde hace años, nacional e
internacionalmente, como uno de los mejores montadores de moscas para la pesca
del salmón. Sus creaciones ocupan un lugar preferente en las cajas de moscas de
muchos aficionados, junto a las cada vez más escasas piezas originales del ya
fallecido Belarmino Martínez, otro praviano de pro y, en palabras de Pedro, el
referente sin duda en el mundo del montaje. En su pequeño taller próximo a las
orillas del río Narcea, Pedro elabora con precisión de relojero sus efectivos
señuelos para la práctica de la que es su pasión: la pesca del salmón
atlántico.
-Fue antes
el pescador que el montador, supongo.
-Sí. Mi
padre era un gran aficionado a la pesca, como muchas de sus amistades en
Pravia. Trabajaba como veterinario y cuando terminaba su jornada aprovechaba
para acercarse al río. Ya desde los seis años comencé a acompañarlo y me fui
aficionando a este mundo. Entonces había abundancia de peces, tanto de salmones
como de truchas. Hoy día, la situación es distinta. Saqué mi primera licencia
de pesca en 1972, y ya fue en el año 1980 cuando conseguí capturar mi primer
salmón, en el pozo La Negra. Recuerdo que pesó 7 kilos y que lo precinté en
Casa Grana.
-Y sigue
siendo pescador, y de los buenos. Desde aquel primer salmón en 1980 al último
que ha precintado esta temporada en el Narcea-Nalón, han pasado 36 años. En el
intervalo, infinidad de capturas en ríos de todo el mundo: de Canadá a Rusia,
pasando por Islandia. Pero, ¿cómo fueron sus inicios en el montaje?
-Comencé
poco a poco, montando mis moscas para la trucha, moscas sencillas. Se dio la
circunstancia de que fui vecino de Belarmino Martínez, y había amistad entre
las familias. Ya de pequeño acompañaba a Belarmino, que también hacía cañas, a
pequeños recados y algunos quehaceres, como ir a buscar material a la ribera
del río. Recuerdo un muy buen ambiente de colaboración en su entorno cuando
comenzó a destacar montando moscas de salmón. Raúl Areces, y el entonces
alcalde de Pravia, que hablaban inglés, ayudaban a Belarmino a realizar los
pedidos de material o a traducir libros de montaje de moscas, ya que por
entonces apenas los había en castellano. Yo viví todo esto muy de cerca, y me
fui aficionando, lógicamente.
-Y con el
tiempo se decide a montar moscas para la pesca del salmón.
-Comencé a
elaborar moscas de salmón para mi propio uso y para el de algunas amistades.
Entonces las de Belarmino ya eran las más solicitadas y valoradas por los
pescadores y las tiendas de pesca. Al fallecer Belarmino, adquirí a su familia
el material con que él trabajaba: referencias de gran calidad y difíciles de
conseguir para el que no estuviera introducido. Fue en este momento cuando
comencé a comprender la dimensión del oficio del montador. Por un lado, la
importancia de los materiales, de las calidades, de su tratamiento. Por otro
lado, y esto es importante, la organización, el orden, la preparación previa,
la clasificación por modelos y tamaños. No era lo mismo montar unas moscas para
uso particular que atender una demanda como la que llegó a tener Belarmino.
Hacía falta método y él lo tenía. Me abrió los ojos en este sentido.
-Pero una
cosa es tener el material y el método de trabajo, y otra las habilidades. Usted
es autodidacta. ¿Cómo consiguió alcanzar el nivel que actualmente se reconoce a
sus moscas? ¿Qué condiciones son las más importantes para ser un buen montador?
-Creo que
como en cualquier actividad artesanal, uno debe tener unas ciertas habilidades
innatas para el trabajo con las manos. Pero luego, tampoco hay secretos. Es
cuestión de que te apasione lo que haces, de echar horas y de tener ganas de
mejorar. En mi caso, dediqué mucho tiempo a diseccionar las moscas de Belarmino
y de otros, de la cabeza a la cola, hasta dominar todo el proceso de montaje,
paso a paso. Después, más horas para ensamblar sus propios materiales, modelo
por modelo, y adaptarlos a mis condiciones y estilo. También trabajé duro sobre
los patrones clásicos de las moscas de salmón, recogidos principalmente en
libros como los de John James Hardy y Michel D. Radencich. Un proceso sencillo
de ensayo-error para ir perfeccionando la técnica y los acabados. Poco a poco
fui introduciendo modelos de creación propia, caso de la Figal.
-Se ha
referido a la importancia en su oficio del método, de la organización y de la
preparación previa. Observo su taller y me llama la atención el orden. A
excepción del material de trabajo que tiene bajo el torno, sólo veo cajas: de
madera, de plástico, en infinidad de tamaños y volúmenes. Muebles con cajones
cerrados. ¿Qué esconde ahí?
-Bueno, hoy
como sabía que venías, barrí un poco por la mañana (risas). Realmente, no hay
nada escondido. Es como me organizo, forma parte de ese método que comentaba
antes y que adopté de Belarmino y adapté a mis características y necesidades
como montador. El montaje requiere multitud de referencias y dentro de cada
caja y cada cajón está todo el trabajo del invierno, de varios inviernos.
Piensa que monto muchos y muy diferentes modelos de moscas, y cada modelo se
elabora sobre anzuelos de distintos tamaños, para utilizarlos en función de la
estación y de las condiciones de los ríos. Cada tamaño de anzuelo requiere unas
escalas. Y dependiendo de la complejidad de la mosca, se utilizan muchas
referencias diferentes en un solo patrón. Así que es necesario un trabajo
previo de pre-cortado y clasificación de colas, alas, cuellos, ojos, etc. A
ello hay que sumar el material en bruto, que viene en muchas ocasiones a granel
y es necesario preparar, estirar, teñir?
-Un profano
en la materia podría decir que las moscas de salmón no le recuerdan a ningún
insecto concreto, sobre todo si las compara con las moscas para la pesca de la
trucha o el reo, tan realistas en muchos casos. ¿A qué imitan realmente las
moscas de salmón?
-Las
motivaciones a la hora de atacar un señuelo son diferentes en el caso del salmón. Están más relacionadas con
su instinto o con cierta territorialidad que con la necesidad de alimentarse,
pues una vez que entra en el río su objetivo es la reproducción. Por eso
buscamos sorprenderlo, llamar su atención, atraerlo con formas y colores
llamativos. Pero también algunas moscas imitan quisquillas u otros crustáceos
de los que se alimenta en su período marino.
-Entonces,
sin ponernos muy técnicos, ¿Cuáles son las características principales de una
mosca de salmón, de sus moscas para la pesca del salmón?
-Parto de
una base, todas mis moscas son para pescar. Yo no hago moscas decorativas,
aunque por supuesto hay personas, aficionadas a la pesca o no, que pueden encontrar en ellas unas cualidades
estéticas determinadas, un objeto atractivo que coleccionar o con que
confeccionar un cuadro, por ejemplo. Es el caso de las moscas de pluma,
elaboradas con materiales más delicados, más caros y que requieren mayor
elaboración y complejidad en el montaje. Desde mi punto de vista, tanto para
las moscas de pluma como para las de pelo, hay una característica principal,
que es la proporción. La mosca debe tener la proporción exacta de material en
sus secciones respecto al anzuelo sobre el que se monta, una proporción que no
sólo debe ser visual, estética, si no que a la vez ha de dotarla de
navegabilidad, de equilibrio bajo el agua. Se trata de lograr la mejor
presentación posible ante el pez y así motivar su ataque. Por ejemplo, un ala o
un cuello demasiado grandes o con exceso de material, puede descompensar el
señuelo, hacer que navegue mal, provocar enredos. Además procuro que cada
modelo esté lo más cerrado posible, igualado. Para lograr esto es necesario
seleccionar bien el material. La confección de una mosca de salmón es como ir
cerrando una cremallera, atando materiales desde la cola a lo largo del cuerpo,
para finalizar con la cabeza.
-Moscas de
pluma y de pelo, montadas sobre anzuelos simples, dobles y triples? ¿Qué debe
estar presente en la caja de todo pescador que pretenda tentar a un salmón a
mosca?
-Creo que
debe tener un buen surtido de modelos, colores y tamaños para enfrentarse a
distintos escenarios de pesca. Actualmente me piden más moscas de pelo que de
pluma. Los materiales que se utilizan en las de pelo son por lo general colas
de gamo, ardilla, zorro, cabra, todos en colores naturales o teñidos. El
montaje con pelo es menos complejo, lleva menos tiempo y por tanto las moscas
resultan más económicas. Hay que tener en cuenta que las moscas también se pierden
por enganches durante la pesca y hay que renovar cada cierto tiempo. El trabajo
en pluma es mucho más delicado y los materiales que se utilizan y el tiempo de
montaje hacen que sea un producto de mayor valor. Para colas, alas y ojos se
utilizan plumas de faisán, cerceta, pavo real, gallo, pato, garza, etc. En los
montajes de patrones clásicos anglosajones, abundan las plumas de aves
exóticas, que entonces traían de las colonias. En cuanto a los anzuelos,
particularmente prefiero los montajes sobre simples, vuelan mejor y se posan y
penetran en el agua con mayor suavidad, sin escándalo. Pero sobre esto hay
diversidad de opiniones y cada pescador tiene sus preferencias.
-La
evolución de los equipos de lanzado a mosca es constante: el mercado presenta cada
año novedades en cañas y líneas. La técnica de pesca a mosca en la actualidad
es muy diferente a la tradicional. ¿Cómo han afectado estos cambios al trabajo
del montador?
-Efectivamente,
la modalidad ha ido evolucionando mucho. Por un lado, los materiales duros, las
cañas y carretes son cada vez más ligeros y manejables. Por otro, la evolución
de las líneas ha permitido avanzar en las técnicas de lanzado. Antes,
prácticamente se dejaba la pesca a mosca para las cabeceras de los pozos y los
chorros, se realizaban lances más cortos. Era impensable pescar a mosca una
tablada, o realizar los lances de 30 o 40 metros que algunos alcanzan hoy día.
Las nuevas líneas y sus componentes permiten ahora pescar a mayor distancia y
profundidad, bajando la mosca en ocasiones tanto como una cucharilla. Claro que
esto ha influido en los materiales de montaje y en los modelos que demandan los aficionados: es el caso de los
montajes en tubo, que tienen mucha salida en los últimos años. También la
variedad de complementos holográficos que puedes encontrar ahora en el mercado
es excepcional y aportan matices nuevos de colores y brillos. Y en pelos, por
ejemplo, cada vez se utilizan materiales más flexibles y que aportan mucho
movimiento bajo el agua sin necesidad de sobrecargar la mosca. Además facilitan
el lanzado y resultan más atractivos que otros pelos más rígidos, como el de
tejón, que se utilizaban en el montaje tradicional. Algunos pelos de cabra o
zorro ártico trabajan muy bien en el agua.
-El montaje
de moscas de salmón está muy presente en la red, pero usted no se prodiga
demasiado.
-Lo sigo de
manera muy esporádica, sobre todo cuando los amigos me envían algo. He visto
algunos vídeos de montaje de Davie McPhail, por ejemplo, que me ha parecido un
muy buen profesional. En ocasiones he participado en exhibiciones de montaje,
siempre a petición de amistades y conocidos. Pero la verdad es que durante la
temporada me centro mucho en la pesca y en las moscas.
-Entiendo
que será muy satisfactorio cuando los pescadores le comentan que han logrado
alguna captura con una de sus moscas.
-Lo es,
claro. Pero de lo que estoy más satisfecho es de haber ido perfeccionando mi
técnica de montaje y de haber conseguido llevar un estilo de vida muy
relacionado con mi pasión, la pesca y las moscas, siempre con el apoyo de mi
mujer y mi familia.
Fuente: La
Voz de Asturias