domingo, 18 de agosto de 2013

El misterio del robalo






Si de una especie se ha escrito demasiado y aún falta mucho por escribir, es sobre el robalo. No existe la literatura suficiente que asegure un método de capturas consecutivas, precisamente porque en cada escenario, a cada hora, con cada marea, y dependiendo de otros muchos factores, el robalo se comporta diferente.

Conocer los hábitos de la especie, más la información confiable de cómo se comporta en cada área, unido a un buen ciclo de pruebas y errores, podría arrojar un patrón de comportamiento que acercaría a una secuencia habitual de capturas, porque lo demás, no se dejen engañar, tendría que ver mucho con la suerte.

Se pueden encontrar en ríos, presas y costas, tanto en los esteros y playas. El robalo es un pez muy hermoso, elegante y vistoso. Su forma alargada y con escamas de un plateado intenso, contrastan con su línea sensorial muy visible en sus laterales y de color negro, y que lo distingue incluso, en aguas turbias.

Esta línea lateral que los peces usan para determinar cualquier movimiento o vibración a su alrededor, tanto para cambiar de dirección cuando se encuentran dentro de un cardumen o detectar una presa, se distingue en el robalo por ser sumamente sensible y efectiva, ayudándolo sobre todo cuando caza de noche, con poca o ninguna luz. Su mandíbula inferior es más alargada que la superior y ambas carecen de dientes.

El color del robalo que merodea con frecuencia en las playas suele ser más plateado que el que comparte aguas interiores en estuarios, buscando mimetizarse con el fondo para pasar desapercibido.

El sonido que produce cuando come en la superficie es muy característico, como una succión en seco… de golpe, que siempre alerta los sentidos del pescador sobre todo, cuando ocurre en el amanecer de una playa desierta y tranquila, o en los cuerpos de aguas silenciosos y aislados.

Su visión aunque no es excepcional, es muy buena. Algunos estudios señalan que sus ojos son muy sensibles a la luz, por lo que prefiere permanecer cuando es posible, alejado de zonas con fuerte resplandor. Aunque hay muchas versiones, se dice por lo general que solo distinguen algunos “tonos”, con preferencias sobre el blanco, el rojo y el amarillo.

Los robalos tienen dos condiciones biológicas muy particulares: son hermafroditas y pertenecen al grupo de peces eurihalinos. Todos los robalos nacen machos y solo a partir de los dos años de edad y dependiendo del entorno y el resto de los ejemplares en el área, algunos ejemplares se vuelven hembras; proceso que los denomina como hermafroditas: comportamiento sabio de la madre naturaleza, para poder garantizar la preservación de la especie.

Este cambio de sexo, mayormente se sucede cuando el robalo alcanza un largo de entre los 70 hasta los 80 centímetros. Es por esta razón que en algunos países se prohibe y penaliza que en sus aguas, se capturen especies entre esas tallas, evitando la muerte de alguna hembra que no haya desovado aún.

La época de puesta transcurre entre enero y marzo. Es muy voraz y su dieta se compone de crustáceos, gusanos, peces, erizos de mar y otros animales marinos.

En la pesca de la lubina al curricán o cacea hay dos factores primordiales: los cebos y la velocidad de la embarcación, que debe de ser lo más aproximado a los 2 nudos. En velocidades superiores difícilmente pican. En cuanto a los cebos, hoy existe gran variedad de cebos para pescar la lubina, desde anguilas de vinilo, rapalas, piel de cerdo, cucharillas, etc., pero indudablemente el mejor cebo es el natural.

El reglamento español de pesca deportiva en el mar, no tiene definida ninguna parada (veda) en la pesca de la lubina. Sin embargo, el tamaño de captura debe ser superior a 36 cm de longitud.

  

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