lunes, 6 de agosto de 2018

El anisakis infunde pavor entre los consumidores





Una semana después de que armadores, marineros, comercializadores y placeros lanzasen su grito de socorro al Ministerio de Agricultura y Pesca para que contrarrestase institucionalmente de forma contundente la campaña de desprestigio contra la merluza, e indirectamente contra todo el pescado fresco, Madrid sigue guardando silencio. Parece no haber nadie en los despachos que dirige Luis Planas. Y sucede que, mientras tanto, el consumidor sigue comprando menos, para desesperación de todo el sector, guiado por el pánico a ingerir anisakis tras la recomendación lanzada a mediados de julio por las autoridades sanitarias de ampliar de tres a cinco días el tiempo de congelación del pescado. La alarma sigue activa. Los precios de la merluza en lonja no se recuperan, aunque ha habido algunos días que sí han repuntado levemente, y las pescaderas se las ven y se las desean para vender. 

Lo dice de forma irónica Ángela Barrán, placera en el mercado de San Agustín, en A Coruña: «No sé a quién tengo que darle las gracias por cargarse la campaña de verano». Denuncia que hasta sus clientes habituales, los más entendidos, se han contagiado del miedo al anisakis. Se acercan temerosos, mirando de reojo no solo a la merluza que expone Ángela en su puesto de Mariscos Dory, sino a todos sus semejantes.

Las ventas han bajado desde mediados de julio, cuando saltó la polémica, y todavía no se han recuperado. Y, lo peor, aclara Barrán, es que el bache está contagiando a todo el mercado, no solo a los puestos de pescado, porque se acercan menos compradores. Ángela tiene merluza a la venta, pero ha tenido que ponerla casi de saldo para conseguir venderla, y además compra menos cantidad en la lonja para que no le sobre: «Hace un año, el kilo se cotizaba a 15 euros; ahora, a 10». 

«No entiendo qué ha pasado, el anisakis ha existido siempre, pero salvo que se coma el pescado fresco crudo, no hay peligro», reivindica la vendedora coruñesa. Las recomendaciones que lanzan las placeras a los clientes que se acercan a preguntar son las de toda la vida: cocinar el pescado, y, si se quiere comer crudo, congelarlo antes durante 72 horas y a -20 grados en un frigorífico adecuado. Tres semanas después de que estallase la alarma social, totalmente infundada y generada artificialmente a ojos del sector, tampoco levantan cabeza armadores, marineros y las lonjas, donde se mantiene la depreciación del pescado.




Fuente: La Voz de Galicia

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