El río
Catasol, un afluente del río Furelos de Melide, se convirtió hace diez años en
una versión a pequeña escala del desastre del Prestige. Tal día como hoy
vecinos y pescadores empezaban a recoger chapapote y peces muertos del río.
Siete toneladas de alquitrán sedimentaron en un tramo de cuatro kilómetros del
cauce a causa de un accidente.
Los que
conocían el río avisaban de que el ecosistema tardaría años en recuperarse,
porque el vertido iba a diezmar la vida vegetal, lo que provocaría que las
truchas que lo traspasasen para desovar muriesen sin remedio. «A troita que
naceu no río este ano está toda morta», se lamentaba la Asociación de
Troiteiros Río Furelos, que apoyó en las labores de limpieza.
Fuente: La
Voz de Galicia
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