Autorizan la producción de vacunas ‘a la carta’

Jaulas utilizadas para la producción acuícola

ProBío Acuicultura, una spin-off de la Universidad de Málaga (UMA), fue autorizada como primer centro elaborador de autovacunas para comercializar vacunas ‘a la carta’ que prevengan y controlen enfermedades en especies acuícolas de cultivo.

Esta compañía es la primera en España que recibe el visto bueno para elaborar tratamientos preventivos específicos para cada recurso y enfermedad en una instalación acuícola.

Se espera que estas vacunas sean más eficaces que las genéricas y otros métodos que no combaten el microorganismo concreto causante de la enfermedad y que pueden crear reacciones secundarias o reducir la efectividad de futuras vacunas, informó la Fundación Andaluza para la Divulgación de la Innovación y el Conocimiento.

Al respecto, una de las socias de la empresa ProBío, Marta González, explica que “un mismo patógeno puede afectar de forma distinta al mismo pez si vive en el Mediterráneo o en el Atlántico”.

Esos diversos impactos se producen por el denominado serotipo, es decir, por las pequeñas diferencias genéticas que provocan que un mismo patógeno tenga efectos individuales.

Las biólogas de ProBío se encargan de analizar los ejemplares que deben ser vacunados, aislar las bacterias que los afectan y diseñar una vacuna específica para inocular en esa granja.

Las principales enfermedades que afectan a la acuicultura son ocasionadas por bacterias que causan úlceras y hemorragias en los peces, con lo que perjudican sus posibilidades de comercialización.

Con el fin de evitarlo, las científicos recurren a tratamientos combinados: vacunas, aditivos nutricionales y bacterias probióticas (microorganismos beneficiosos para la salud de los peces).

González detalla que de acuerdo a cada caso, en la empresa malagueña optan por añadir probióticos o prebióticos al pienso o encapsularlos para que los peces ingieran la concentración específica.

“No existía nadie en España que comercializara las autovacunas, sino que las universidades y centros de investigación se encargaban de los tratamientos”, destaca la investigadora.