sábado, 16 de noviembre de 2013
País Vasco: Ya suben los salmones
Después de recorrer miles de kilómetros y pasar en el mar dos o tres años, al sur de Groenlandia, en la Islas Feroes, en las inmediaciones de la Península del Labrador o frente a las costas de Noruega, regresan a casa.
El instinto reproductor del salmón, la supervivencia de la especie, les impulsa a llevar a cabo grandes migraciones hasta las desembocaduras de los ríos donde nacieron.
Se desconoce cómo detectan las aguas de donde partieron. Se especula sobre la influencia de corrientes marinas, geomagnetismo, variaciones de salinidad, percepción de las características bioquímicas de las aguas... Sea como fuere, son capaces de regresar al río donde nacieron y dirigirse hacia las cabeceras para completar su ciclo reproductivo en aguas frías y oxigenadas.
Durante este mes de noviembre se puede ver a los salmones remontando las aguas de ríos como el Bidasoa o el Urumea, sólo hay que fijarse bien y tener un poco de paciencia. El río debe bajar con suficiente agua, pero no con demasiada.
En Bera, en la presa situada junto a la entrada de la localidad, estos días son muchos los vecinos que se acercan a disfrutar del espectáculo. «Este año parece que se ha adelantado un poco», comentan, ya que los primeros saltos comenzaron a verse a finales de octubre.
De momento, en la Estación de Control que el Departamento de Medio Ambiente del Gobierno de Navarra tiene junto a esta localidad navarra, ya se han contabilizado 310 salmones. «Son bastantes para la fecha en la que estamos, pero de momento son relativamente pequeños», apuntan.
En ellos ya se distinguen las modificaciones que sufre su cuerpo a medida que se acerca el momento de la reproducción. En el macho, la mandíbula inferior se desarrolla en forma de gancho o pico que, en ocasiones y en grandes ejemplares, llega incluso a taladrar el paladar superior. La piel adquiere un aspecto más amarillento, junto a numerosas manchas negras y rojas.
Aunque en el caso del Bidasoa entran en el río desde febrero o marzo y durante casi todo el año, es en noviembre cuando mayor número de ejemplares se registran. En 2010 fueron más de 500, el mayor número de los últimos años. Las presas son para los salmones obstáculos insalvables, pero intentan remontarlas una y otra vez, llegándose a golpear contra las rocas.
Todas las presas del Bidasoa cuentan con escalas piscícolas, por donde sí pueden remontar. La de Bera se puede cerrar por la parte de arriba de tal manera que los guardas pueden contabilizarlos para después devolverlos a las aguas. Para ello, en una de las artesas que forman parte de la escala para peces se encuentra instalada una jaula con un botrino a la que los peces acceden de forma natural pero que les impide salir.
Personal del Guarderío revisa la trampa en función de la época del año y las condiciones hidrológicas y realiza la toma de datos de los ejemplares capturados. Para ello se eleva la jaula y se trasvasan los peces capturados al interior de las instalaciones, donde en un pequeño estanque se preparan para la anestesia, tras lo que se realiza la toma de datos: especie, sexo, longitud, peso, origen (repoblado o salvaje), muestra de escama que les dará los datos sobre su edad y en algunos casos obtienen un segmento de aleta que se estudiará a nivel genético. Si es necesario les realizan pequeñas curas con un antibiótico en spray para que puedan seguir remontando el río.
Los que son salvajes, nacidos en el río, no tienen ningún tipo de marca. Otros llevan la aleta adiposa cortada o microchip, lo que indica que proceden en origen de la piscifactoría de Oronoz-Mugairi. Tras el control, se dejan en otro pequeño estanque para que se recuperen antes de ser liberados aguas arriba de la presa.
Algunos de ellos se destinan a la piscifactoría de Oronoz-Mugairi. Estos salmones se unirán a los salmones zancados (de años anteriores) y constituirán el grupo de reproductores que darán lugar al inicio del cultivo de alevines y pintos de salmón con los que se repoblará el año siguiente. Para seleccionar estos salmones se siguen una serie de pautas. Se trasladan a Mugairi todos los salmones con micromarca y también se seleccionan 12 hembras y 18 machos salvajes.
Aguas arriba, en las cabeceras de los ríos, los salmones hacen sus nidos con fuertes movimientos de su cola, en fondos de alrededor de un metro de arena o grava. Se pueden distinguir a simple vista si las aguas bajan limpias. Donde la grava esté más fina, más limpia, en el fondo del río, allí anidarán. La hembra depositará en diciembre hasta 20.000 huevos, frotándose contra el fondo para comprimirse y expulsarlos, y el macho los fecundará. La mayoría mueren después, aunque unos pocos ejemplares son capaces de regresar de nuevo al mar y completar otro ciclo.
La aplicación del plan de recuperación del salmón ha conseguido incrementar a partir de 1990 el número de ejemplares que remonta cada año el Bidasoa y estabilizarlo en una media anual que se aproxima a los 300, aunque en los tres últimos años esta cifra ha sido ampliamente rebasada (462 en 2010, 461 en 2011 y 387 en 2012). En 1992 se contabilizaron 903 ejemplares y en 1999, 128.
Existen salmones con tres o más inviernos en el mar, pero son muy escasos. Son ejemplares con pesos de 9 a 15 kilos y todos sobrepasan el metro de longitud. Este año en el Bidasoa apareció muerto un salmón de 12 kilos que pudieron ver muchos pescadores. «De estos ya apenas se van y es una lástima. Estos sí que eran los reyes del río», añoran.
Lejos, muy lejos, quedan los tiempos en que los salmones en el Bidasoa se pescaban con redes, hasta 500 kilos al año en las Nazas de Bera en el siglo XVII y hasta 300 en Lesaka. Una sobreexplotación que estuvo a punto de terminar con una especie que de momento, sobrevive.
En los ríos guipuzcoanos de momento se han contabilizado 87 ejemplares en la estación de captura de Elorrabi, en el Urumea y 52 ejemplares en la de Orbeldi, del Oria. Parece que el momento álgido de entrada será en los próximos días. El año pasado fue algo «pobre, por debajo de la media habitual» con 54 ejemplares en el Urumea y 14 en el Oria. Además, en el río Oiartzun se desconoce el número de salmones que pudo remontar el río ya que la estación de captura quedó fuera de servicio tras el derribo del azud de la Fandería por las inundaciones de noviembre de 2011. Precisamente en ese año se contabilizaron 287 salmones adultos. De ellos, 187 fueron encontrados por los técnicos forales en el Urumea, 99 en el Oria y uno en el río Oiartzun.
Por cuencas, la cifra de salmones que retornaron al Urumea en 2011 es menor que la de 2010, año récord en el que se llegó a 223 ejemplares. En el Oria, en cambio, en 2011 se ha producido el mayor registro de entrada de salmones desde que hay registros. Si en 2010 se contabilizaron 45 ejemplares, en 2011 la cifra ha subido a 99. Es habitual, también en el Bidasoa, que los datos fluctúen de año en año. Por eso son necesarias e importantes las campañas de repoblación. Este año en el Bidasoa se han "sembrado" 120.579 pintos y alevines. Parecen grandes cifras, pero como recuerda un pescador «de cada 1.000 ejemplares, sólo consigue regresar uno».
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