domingo, 3 de junio de 2012

La Xana




A las 6 de la mañana del día 8 de Octubre de 1.991, el pesquero La Xana intentaba entrar en el puerto de Muxía con una avería en el timón. Un fuerte golpe de mar le abrió una vía de agua en el casco de la embarcación.

Sus tripulantes se afanaban en achicar el agua, cuando el barco encalló, debido al fuerte temporal reinante en la zona, contra los bajos de Moador. El pesquero quedó totalmente destrozado y los restos lanzados a la costa, donde fueron recogidos por los vecinos de la localidad.

De los ocho tripulantes, tres consiguieron alcanzar tierra y cinco se dieron por desaparecidos. En días posteriores, el mar devolvería los cuerpos de éstos últimos.

El suceso causó gran conmoción, agravado por los recientes naufragios del Frank C y de Os Tonechos que, junto con otros accidentes, causaron treinta pescadores fallecidos en tan solo ocho días. La opinión pública enmudeció.



Lugar del accidente


El barco siniestrado estaba matriculado en Gijón, aunque tenía su base en la localidad coruñesa de Muros, población a la que pertenecían todos los miembros de la tripulación. Era un cerquero y había sido construido en 1965, es decir, con mas de 25 años de antigüedad, tenía una eslora de 27 metros y contaba un tonelaje de registro bruto de 141.000 kilos.

Habitualmente la tripulación del La Xana la componían nueve hombres, si bien el día del accidente el barco salió a faenar sólo con ocho marineros ya que uno de ellos, se encontraba de baja por enfermedad.


Restos del pesquero La Xana en las costas de Muxía


El pesquero La Xana, matriculado en Gijón, se había trasladado a faenar 80 millas al norte debido al comienzo del paro biológico.

Era la madrugada del día 6 de Octubre de 1.991 cuando según las declaraciones de los supervivientes, el barco regresaba a puerto al sufrir una avería en el timón y una pequeña vía de agua. Los marineros, en lugar de pedir ayuda a los barcos cercanos, se pusieron en contacto con su armador en Muxia y decidieron esperar a que llegase al pueblo una bomba de achique procedente de la localidad de Corcubión. Cuando ya se aproximaban a la ría, el buque quedó a merced del fuerte oleaje reinante en la zona ese día.

Cuando todos los ocupantes se encontraban en cubierta, el barco se atravesó a una ola que definitivamente lo «clavó» en unos fondos próximos al lugar conocido como bajos de Moador, en la punta da Barca, cerca del santuario de Muxía.

El pesquero quedó inicialmente encallado sobre las rocas, "pero la bravura del mar era tal que el casco quedó totalmente destruido en apenas quince minutos", según explicó el tripulante de uno de los helicópteros de rescate que patrullaban la zona del naufragio.


El buque de salvamento Alonso de Chaves


Los equipos de rescate, que no tardaron más de 45 minutos en hacer acto de presencia en el lugar de los hechos, comenzaron a efectuar un rastreo de la zona, al tiempo que un grupo de buceadores de la Benemérita y del servicio de Protección Civil de la Junta de Galicia, se personaron en Muxía a la espera de la bajamar para inspeccionar los restos del barco, visible en más de un 50 por ciento.

Debido a la enorme proximidad de la costa respecto del lugar del accidente, las labores de rastreo también se llevaron a cabo desde tierra, en donde efectivos de la Cruz Roja, Guardia Civil y Protección Civil, sólo encontraron, numerosos restos del barco, ropa y aparejos de pesca.

En las operaciones de búsqueda y rescate de los desaparecidos participaron los helicópteros «Helimer Galicia» y «Pesca I», así como los remolcadores Alonso de Chaves y Pau da Luz, además de varios pesqueros de la zona que se hicieron inmediatamente a la mar para socorrer a sus compañeros o que se encontraban faenando en las proximidades del lugar de la tragedia.

Entre estos últimos se encuentra el Porvenir, primero en dar la voz de alarma, y el Fripesca II.


Remolcador Pau da Luz


De los supervivientes, únicamente el segundo patrón del barco, sufrió heridas de carácter leve en ambas piernas, rodilla derecha así como en el brazo derecho, en el cual se le incrustaron algunos trozos de hierro del barco. Al llegar a tierra, fue urgentemente trasladado al Centro de Salud de la cercana localidad de Laxe, donde fue atendido de sus lesiones.

Por su parte, los otros dos supervivientes, el patrón y el primer mecánico, fueron atendidos en la Casa del Mar de Muxía, sin que se les apreciase herida alguna.

Los cinco desaparecidos fueron el segundo mecánico del buque, el contramaestre, y tres marineros.


El santuario de Muxía, desde donde era claramente visible el naufragio


El día 10 de Octubre aparecieron dos cuerpos. Uno fue descubierto flotando en el agua y el otro recuperado por buceadores en las redes del barco. Para identificarlos fue precisa la intervención de un equipo de necrodactiloscopia y, además, el detalle de una cicatriz en su frente fue definitivo para que finalmente se reconociera el cuerpo de uno de los desaparecidos.

Causó extrañeza el hecho de que el pesquero no hubiera solicitado ayuda, cuando se encontraba muy cerca el remolcador «Pau da Luz», en tareas de coordinación del tráfico marítimo por Finisterre, que pudo haber facilitado las bombas de achique precisas. Sin embargo, la tripulación decidió ponerse en contacto con el armador y esperar la llegada a Muxía de una bomba de achique desde Corcubión. En realidad los tripulantes nunca fueron conscientes del peligro y no pensaron nunca que se diese tan fatal desenlace.



Imagen del mar llegando al santuario durante un temporal


Uno de los supervivientes declaró que: "No sé cómo mis dos compañeros y yo estamos con vida -explicó-, porque cuando encallamos rompían contra el barco unas pías tremendas." "En aquellos minutos no se piensa más que en salir. Nosotros pudimos ir saltando de una roca a otra hasta llegar a tierra, pero fue un verdadero milagro".

Con esta nueva desgracia del pesquero La Xana fueron treinta los marineros gallegos fallecidos en tan sólo ocho días. Ante estas escalofriantes cifras, que superaban ampliamente las nueve víctimas del año anterior, todos los sectores de Galicia manifestaron su consternación.


En esta foto se puede apreciar claramente el lugar del hundimiento

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