lunes, 17 de septiembre de 2018

Del Lérez a la soledad del río Nordlingafljot





"Aquello es naturaleza en estado puro, en un río salvaje, donde no había una persona en kilómetros, el plena soledad". Así describe el pontevedrés José Maquieira su aventura de nueve días en Islandia, a donde acudió para cumplir uno de sus sueños: pescar salmones en el río Nordlingafljot.

Recién llegado de su experiencia a las puertas del Ártico, Maquieira califica el viaje de "experiencia fantástica" en la que incluso la expedición -formada por él mismo, su hermanos y otros ocho amigos- pudo disfrutar incluso de algunas auroras boreales. La aventura duró nueve días, si bien solo fueron cuatro de pesca, ya que el resto del tiempo se aprovechó para hacer turismo por una isla que "ofrece paisajes increíbles", muy diferentes a los de Galicia.

José Maquieira regenta el comercio de pesca ubicado en el paseo de Colón. Durante años fue su padre, Jesús Maquieira, el que encabezó esta actividad en la plaza de España. El hijo es un aficionado a la pesca desde hace décadas y en mayo pasado se hizo con el "campanu" del Lérez en el coto de Monte Porreiro. Pero su experiencia con las cañas va mucho más allá. Además de otros ríos españoles, conoce al dedillo la pesca en Irlanda, a donde acudió durante 22 años con su padre, fallecido hace poco más de un año, en julio de 2017.

Pero además de Irlanda, este aficionado pontevedrés buscaba nuevos horizontes e Islandia era una fijación durante años ya que es uno de los paraísos salmoneros del mundo. Cumplido este sueño, ya se marca otros destinos más lejanos y ambiciosos, desde Alaska a la Patagonia, pero "ya se verá".

Por el momento, disfruta de su experiencia a orillas del río Nordlingafljot, ubicado 125 kilómetros al noreste de Reikiavik. La zona salmonera cuenta con 75 pozos nombrados repartidos en un total de 13 kilómetros de río, cuya gestión es asumida de forma privada por los granjeros de la zona.

"No capturamos muchos ejemplares, pero sí de buen tamaño", con salmones de seis o siete kilos, explica Maquieira, que aún recuerda con gran detalles aquellos "parajes deshabitados, con un río en medio de un páramo, sin árbol alguno, nada de vegetación, solo musgo" y con un frío intenso pese a que aún no acabó el verano, ya que nunca se pasaba de los doce grados. 



Para asegurar buenos números de capturas este río cuenta con un sistema de siembra de salmones. Los gestores del Nordlingafljot operan un programa de cría de salmones en zonas protegidos de los ríos hasta soltarlos en puntos que salen directamente al mar. En este caso, la siembra se realiza en otro pequeño río que desemboca en el mismo fiordo que el Nordlingafljot. Cuando los salmones vuelven del mar como adultos se capturan en trampas y se transportan por carretera hasta la parte inferior de la zona de pesca para que sigan río arriba. Como resultado de este programa los salmones llegan a las zonas altas del río totalmente frescos con toda la vitalidad del mar.

La expedición alquiló una casa al lado del río, "en medio de la nada", para vivir plenamente en la naturaleza, aunque gozaban de algunos lujos, como un jacuzzi de agua termal, producto de la actividad geotérmica de Islandia.

Explica que pescar en Galicia o Irlanda "no es demasiado diferente ya que los paisajes son parecidos, pero en Islandia si, ya que aquello son áreas descampadas y deshabitadas".

Su viaje a la enorme isla nórdica coincidió con una campaña salmonera muy pobre en el Lérez, con apenas dos ejemplares capturados en los tres meses de temporada. Maquieira no encuentra una explicación a este bajón más allá de los "ciclos" en el salmón que también exponen otros aficionados, con los que también coincide al señalar que "bajó en toda Galicia".



Fuente: Faro de Vigo

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