"Aquello
es naturaleza en estado puro, en un río salvaje, donde no había una persona en
kilómetros, el plena soledad". Así describe el pontevedrés José Maquieira
su aventura de nueve días en Islandia, a donde acudió para cumplir uno de sus
sueños: pescar salmones en el río Nordlingafljot.
Recién
llegado de su experiencia a las puertas del Ártico, Maquieira califica el viaje
de "experiencia fantástica" en la que incluso la expedición -formada
por él mismo, su hermanos y otros ocho amigos- pudo disfrutar incluso de
algunas auroras boreales. La aventura duró nueve días, si bien solo fueron
cuatro de pesca, ya que el resto del tiempo se aprovechó para hacer turismo por
una isla que "ofrece paisajes increíbles", muy diferentes a los de
Galicia.
José
Maquieira regenta el comercio de pesca ubicado en el paseo de Colón. Durante
años fue su padre, Jesús Maquieira, el que encabezó esta actividad en la plaza
de España. El hijo es un aficionado a la pesca desde hace décadas y en mayo
pasado se hizo con el "campanu" del Lérez en el coto de Monte
Porreiro. Pero su experiencia con las cañas va mucho más allá. Además de otros
ríos españoles, conoce al dedillo la pesca en Irlanda, a donde acudió durante
22 años con su padre, fallecido hace poco más de un año, en julio de 2017.
Pero además
de Irlanda, este aficionado pontevedrés buscaba nuevos horizontes e Islandia
era una fijación durante años ya que es uno de los paraísos salmoneros del
mundo. Cumplido este sueño, ya se marca otros destinos más lejanos y
ambiciosos, desde Alaska a la Patagonia, pero "ya se verá".
Por el
momento, disfruta de su experiencia a orillas del río Nordlingafljot, ubicado
125 kilómetros al noreste de Reikiavik. La zona salmonera cuenta con 75 pozos
nombrados repartidos en un total de 13 kilómetros de río, cuya gestión es asumida
de forma privada por los granjeros de la zona.
"No
capturamos muchos ejemplares, pero sí de buen tamaño", con salmones de
seis o siete kilos, explica Maquieira, que aún recuerda con gran detalles
aquellos "parajes deshabitados, con un río en medio de un páramo, sin
árbol alguno, nada de vegetación, solo musgo" y con un frío intenso pese a
que aún no acabó el verano, ya que nunca se pasaba de los doce grados.
Para
asegurar buenos números de capturas este río cuenta con un sistema de siembra
de salmones. Los gestores del Nordlingafljot operan un programa de cría de
salmones en zonas protegidos de los ríos hasta soltarlos en puntos que salen
directamente al mar. En este caso, la siembra se realiza en otro pequeño río
que desemboca en el mismo fiordo que el Nordlingafljot. Cuando los salmones
vuelven del mar como adultos se capturan en trampas y se transportan por
carretera hasta la parte inferior de la zona de pesca para que sigan río
arriba. Como resultado de este programa los salmones llegan a las zonas altas
del río totalmente frescos con toda la vitalidad del mar.
La
expedición alquiló una casa al lado del río, "en medio de la nada",
para vivir plenamente en la naturaleza, aunque gozaban de algunos lujos, como
un jacuzzi de agua termal, producto de la actividad geotérmica de Islandia.
Explica que
pescar en Galicia o Irlanda "no es demasiado diferente ya que los paisajes
son parecidos, pero en Islandia si, ya que aquello son áreas descampadas y
deshabitadas".
Su viaje a
la enorme isla nórdica coincidió con una campaña salmonera muy pobre en el
Lérez, con apenas dos ejemplares capturados en los tres meses de temporada.
Maquieira no encuentra una explicación a este bajón más allá de los
"ciclos" en el salmón que también exponen otros aficionados, con los
que también coincide al señalar que "bajó en toda Galicia".
Fuente: Faro
de Vigo
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