La mañana apuntaba mal: poca agua y ningún salmón a la vista. Sin embargo, el pescador cántabro José Manuel Fernández, de Corrales de Buelna, puso su ojo sobre un salmón de 3,1 kilos en el coto de El Tilu. Utilizando un cebo mixto de quisquilla roja y viva, el salmón picó el anzuelo a eso de las once menos cuarto de la mañana. «Estuve peleando con él poco más de un cuarto de hora y después de las once de la mañana ya lo había sacado», explicó el afortunado pescador.
Le ayudó con la sacadera su compañero de pesca Juan Francisco Clemente, que probaba suerte en un coto cercano y que acudió raudo cuando su amigo le llamó por el móvil para que acudiese en su ayuda.
De esta forma, el campanu del Cares ya está en tierra, un día después de que el Narcea diese el suyo en la jornada inaugural. «Había muy poca agua, yo creo que el salmón acababa de llegar. El día anterior habían estado allí buenos pescadores, pero no habían visto ni un sólo pez», explicó José Manuel Fernández. Para él, la de ayer fue una de las mejores jornadas de pesca que ha tenido. «Todavía no se me han quitado los nervios», decía al periódico EL COMERCIO nada más llegar al centro de precintaje de Siejo, en el concejo de Peñamellera Baja.
Es el primer campanu que consigue pescar, aunque recuerda que «hace dos años estuvimos apunto de sacar el del Nansa, en Cantabria. El pez se enganchó, pero no pudimos echarlo a tierra», rememora.
Este año junto con su grupo de amigos se ha hecho con otros tres cotos, en los que espera seguir probando suerte según vaya avanzando la temporada. Aunque primerizo en esto de los campanos, Jose Manuel Fernández es un habitual de los ríos cántabros y asturianos. «El año pasado sacamos diez salmones en total», explicaba.
A lo largo de toda la jornada, tras hacerse con el campanu del Cares, siguió probando fortuna sin resultados positivos. Y toda la jornada estuvo pendiente del teléfono por si «alguna familia quería celebrar la Semana Santa con el salmón del Cares», pero nada. «No hubo ni una oferta por él, así que nos lo comeremos entre amigos», decía minutos antes de partir rumbo a casa con el pez en el maletero.
Donde no dio señales de vida el salmón fue en el Sella, que cerraba la segunda jornada de pesca sin salmón que echarse a la caña.
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