La pasada
semana se bajó el telón de la temporada de pesca de salmón en los ríos de
Asturias. Como novedad en la normativa de 2017, del 16 al 31 de julio se podrá
seguir practicando su pesca en la modalidad sin muerte, tanto en los cotos de
reo como en las zonas libres. Es obligatorio hacerlo con equipo de cola de rata
y utilizando una sola mosca de anzuelo simple y sin arponcillo. En los tramos
compartidos con Galicia del río Eo se podrá seguir pescando con muerte y con
todos los cebos hasta el 31 de julio.
La última
semana se capturaron un total de 46 salmones. Solo se pudieron precintar
salmones martes, miércoles, viernes y sábado, día en que finalizó el período
hábil de pesca con muerte. La cifra semanal es algo inferior a los 60 que se
consiguieron la temporada pasada en estos mismos días, pero superior a los 17
de 2015.
El total de
capturas de la temporada asciende a 538 salmones, lo que supone el peor
registro de los últimos siete años, y el tercero peor de la historia de la
pesca en Asturias desde 1949. Es importante señalar, en este sentido, que las
restricciones de los últimos años en cuanto a fechas y cebos hábiles para la
pesca con muerte, limita mucho los ejemplares que pueden sumarse a las
estadísticas anuales. Ninguno de los ríos logró mejorar sus cifras respecto a
2016, y en el cómputo general se consiguieron 603 salmones menos que en el
ejercicio anterior.
La temporada
se ha caracterizado por el escaso caudal que han presentado los distintos ríos
que, sin duda, no ha favorecido que remontase un número superior de salmones.
Pero lejos de buscar excusas y ampararse en este aspecto para justificar esta
aciaga campaña, sería necesario hacer una profunda reflexión, analizar la
situación y ver hacia dónde queremos que evolucione la pesca del salmón en
Asturias. Todo ello sin entrar en banales discusiones sobre pesca con o sin
muerte, a cebo o a mosca, etc. Todos somos pescadores y todos queremos lo
mismo. Mientras, la Administración, una vez más, ni está ni se la espera, no
han dado la cara en toda la temporada, como si esto no fuera con ella. Están
obligados a gestionar de la mejor manera posible un recurso que no es suyo;
ellos son los únicos que pueden tomar decisiones, y por ello, los mayores
responsables.
Generalizando,
pocos salmones han quedado en los ríos, al menos si lo comparamos con los
últimos años. Aún quedan días de verano y todo el otoño para que sigan
remontando ejemplares, pero las perspectivas de un buen desove, a día de hoy,
no son buenas. Por ello es imprescindible que los pocos o los muchos salmones
que haya en los ríos lleguen en las mejores condiciones posibles al mes de
diciembre. El futuro de la especie, como cada año, depende de ello.
Fuente: La
Nueva España